Miércoles 11 de septiembre de 2019

Un mes ya sin mi niña!

 La “cura” sigue su proceso, el dolor, aunque permanente, se suaviza y espacia mas entre ataques. Siempre angustiado y vacío, pero con mayores períodos de abstracción, los quehaceres y el trabajo mitigan algo ese abismo inconmensurable que es tu ausencia.

Siempre hay algo que no falla, escribir, ver tus fotografías, mencionar tu nombre, hablar de ti… Todo ello dispara el dolor de forma explosiva y abre la presa de mis lágrimas.

Es muy duro ir borrando poco a poco tu presencia burocrática, sustituir tu teléfono y tu email por el mío ante las administraciones, colegios, proveedores, bancos y resto de relaciones.

Tu presencia y tu rastro va desapareciendo, es injusto y cruel tener que eliminarte de esta forma, sin piedad y sin consideración, como si nunca hubieses existido, como si no fueses importante. ¿Acaso no eres la esencia y el alma de esta familia?

¿Por qué entonces mantener tu nº de teléfono como un tesoro? Nunca más volverá a sonar!, pero como renunciar a algo que te identificaba en la distancia, que hacía sonar tu música, que te asoma a mi ventana.

Son incontables las veces que te he llamado para huir del hastío laboral, para encontrar refugio y consuelo en tu voz, en tu compañía.

¿Cuántas veces este mes he pensado en llamarte para oírte un ratito? Que impacto caer en la cuenta de que ya no estas, que ese comodín se agotó para siempre.

Me cuesta escribir, las lagrimas mojan la mesa y empañan mi vista; este dolor, mi sombra, mi compañero me mortifica, pero a la vez me purifica, no hay recuerdo verdadero sin dolor y tu recuerdo es lo que mas ansío, lo necesito lo mas vívido posible, no importa que descarne mis huesos, cuanto más intenso mejor.

Llevo días que todas las mujeres me parecen hermosas, las miro y las veo con los ojos con los que te contemplaba y veo en ellas, no, veo no, presencio e intuyo tu belleza, tu perfección, tu vitalidad, las veo como te veo a ti, seres extraordinarios cargados de amor, dispuestas a compartir, a entregar con generosidad sus vidas a sus parejas, a sus hijos. No puedo dejar de lamentar que tú ya no puedes hacerlo, salvo a mí, yo sigo recibiendo todo ello a través de la huella y el recuerdo que has dejado en mí, insuficiente para cubrir mis necesidades, pero suficiente para consolar y acompañar mi soledad.

TE QUIERO MAMI!!!

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