Tres días después de la despedida. Mis primeras Dudas
Anoche nos acostamos a las 23.30h, no tardé mucho en dormirme, es duro y me duele, pues en los meses anteriores, cuando tú estabas acostada a mi lado, tardaba más de una hora en conciliar el sueño.
Me he despertado a las 8.00h, pensaba quedarme un rato mas en la cama, pero la cabeza empieza a hacer de las suyas, veo tu rostro en los últimos segundos de tu vida, intentando respirar, cada vez con menos fuerza, mientras por tu comisura se derrama el liquido verde que encharcaba tus pulmones, me miras a los ojos hasta que tu vida se apaga mientras yo agarro tu mano y lloro con desesperación, pidiéndote que no luches, indicándote que ya se acaba el dolor y las penalidades, que todo termina ya y diciéndote por última vez en tu vida que te quiero, deseando que lo ultimo que oigas y percibas en tu ultimo instante solo sea el inmenso amor que me desborda y que siento por ti, , te despido deseando que tus últimos pensamientos hayan sido felices, aunque lo dudo, se podía leer en tu rostro el horror, el dolor y la desesperación, maldita enfermedad, maldito sistema sanitario y maldito Estado que permite y propicia que sus ciudadanos, nuestras madres/padres, hijas/os, esposas/os y amigas/os sufran innecesariamente una despedida angustiosa y dolorosa, asqueroso Estado y asquerosa ciudadanía de dudosa moralidad, el respeto por la vida empieza por el respeto de los deseos de todas las personas, este egoísmo de mantener vivos en contra de su voluntad a las personas que amamos hay que abolirlo, es una detención ilegal y un secuestro legalizado en toda regla.
Me he levantado sin ganas de llorar, me hace sentirme un traidor, pues el dolor es tal que si no lloro o me aíslo momentáneamente, parece que he olvidado a mi princesa y duele aún más porque no es cierto, pero incongruentemente cuando me siento mal me siento bien, tengo que sufrir, es el momento de sufrir, pero de una forma cruenta y brutal, si no, te estoy fallando, siento que ofendo tu memoria, mi cerebro es un gran enemigo, no comprendo su lógica, por que actúa en contra de mi cuerpo, de mi corazón, de mi ser???.
Mas de 30 años juntos y el maldito cerebro me repite una y otra vez imágenes y escenas de los últimos días, las más duras, las más traumáticas, las que menos ayudan. 30 Años de buenos recuerdos y solo rescato los mas dolorosos.
¿seré yo? ¿provoco tanto dolor para «sentirme mejor»?
¿será esta forma de dañar un mecanismo de defensa?
¿será el dolor la forma de mantener la cordura?
¿será un mecanismo para superar el trauma?
Parece incoherente pero, cuando estoy destrozado y pensando en mi muerte y mis ganas de no vivir, siento hacer lo correcto, pienso que quizás sea ese el objetivo, debo mantenerme vivo para sufrir la pérdida, para honrar el amor perdido de mi princesa y así poder continuar con mi vida, porque estoy pagando el precio de la felicidad recibida, compensando el inmenso amor obtenido.
La necesidad de escribir lo que me sucede me consuela y me preocupa, escribir requiere tiempo y tienes que focalizar los pensamientos, poniendo en segundo plano el dolor, aunque esto es imposible, al escribir visualizas lo que escribes y rememoras mas vívidamente cada detalle, lo que intensifica el dolor, es un circulo vicioso del que no puedo salir.
Lo dejo, debo seguir haciendo cosas en casa, viendo, tocando y oliendo tu presencia en artículos banales y cotidianos, es increíble lo que hacías mi niña, la casa esta llena de miles de objetos y productos que has ido comprando a lo largo de nuestra vida juntos; es imposible que yo me aproxime a tu eficiencia, tú tenías todo perfecto, inmaculado y preparado siempre a tiempo, ¿Cómo sé cuando cambiar la toalla del baño, preparar la ropa de cambio de temporada, con que frecuencia limpiar cada objeto o habitación, qué limpiar? ¿Cómo compagino mi dolor, mis ganas de aislamiento, mis obligaciones en el trabajo con mis obligaciones en casa?. es absolutamente imposible!! Tú has vivido en exclusiva para mí y los niños, nunca podré emular tu pasión, tu eficiencia, adquirir tu conocimiento; en ti todo esto era algo natural, espontáneo, inconsciente, la mayor parte del tiempo, deseo pensar, placentero.
Abro el frigorífico y está casi vacío, desde tu última etapa de la enfermedad yo asumí la responsabilidad de llenarlo y no he sido capaz ni un solo día, de darle un aspecto sano, familiar, se nota que no estas tú, falta la mano de una mujer, solo hay derivados lácteos y precocinados; si en algo tan básico y vital ya estoy fallando, que esperanzas tengo de hacerlo bien, con la complejidad que tiene llevar un hogar de 4 personas.
No creo que consiga ser un buen «amo de casa».
Ya son las 9.00h voy a recoger la cocina y prepararme para recibir plenamente mi ración diaria de dolor y sufrimiento.
