La ridícula idea de no volver a verte
Hola amor mío, sigo aquí, aunque apenas te escriba, aunque apenas respire, aunque casi ni viva; sigo aquí con la continua sensación de que pronto despertaré de este amargo sueño.
Sé que te gustaría saber que hace unas semanas recibí/mos un bonito regalo, de una persona hermosa, no podría asistir a la misa del primer aniversario de tu partida, así que decidió acompañarnos, escribiéndonos unas tiernas líneas, a tí a y a mí, acompañándolas de un libro «la ridícula idea de no volver a verte», que buena elección!!! Una concentración de sentimientos brutal en un titulo tan mundano y un contenido que, si supiese escribir, lo habría podido escribir yo mismo.
«La ridícula idea de no volver a verte»: con que facilidad expresa esta sensación continua de irrealidad, de incredulidad, de mareo, de vaivén emocional imposible de conciliar con la vida.
Sí, un título simple para un contenido complejo. Una tarea difícil, completar una obra cuando el título ya es algo maestro.
No me quito la frase de la cabeza, permanece clavada en mi cerebro, se ha convertido en mi bandera, en mi grito de guerra, en mi lamento, expresa una profundidad… encierra un conocimiento que, probablemente, solo los que estamos sumidos en el doloroso trance del duelo por la pérdida de un gran amor, alcanzamos a vislumbrar.
Lo leí en dos días, me identifiqué rápidamente con lo que contaba la autora, con casi todo lo que expresaba con una sencillez y brillantez increíble. Es curioso, me consoló leer a alguien que comparte unos sentimientos casi iguales a los míos, parecía estar inmerso en un dialogo, en lugar de realizar una lectura, pensar que lo que leía había sido escrito para mí, que alguien hablaba directamente a mi mente y me contaba mi propio sufrir.
Me sentía como si ella (la autora) y yo fuésemos dos deportistas de elite, compartiendo las sensaciones de un duro entrenamiento, unidos por un sentir común, hablando el mismo idioma universal del dolor.
Hubo una empatía total, pensé incluso escribirle, para darle las gracias, por lo que había hecho por todos nosotros, los que no somos capaces de poner una letra junto a otra, una palabra tras otra, crear frases, expresar y plasmar, con la sencillez con que ella lo hace, el sentir de estos abandonados e incomprendidos que somos las parejas supervivientes.
Ha sido mágico aunque efímero, no obstante mi memoria me permitirá leerlo en unas semanas y volver a sentir que alguien me comprende, que a alguien no le parece un tema tabú, algo de lo que se puede hablar y no necesariamente con un profesional, aunque sea una ficción, un camino de una sola dirección, pues no hay diálogo real con la otra persona
Pero yo, a diferencia de la autora, no puedo separarme de todo aquello de lo que tú te rodeabas, aún tengo toda tu ropa en tus perchas y cajones, sigo usando esa vajilla y esa cubertería incompletas y gastadas, porque soy incapaz de desprenderme de algo que compartimos tantos años, jamás podré abandonar nuestra casa, salvo cuando me dirija a mi última morada.
Los fines de semana siguen siendo terribles, las noches, todas, son insoportables, nada sirve, nada ayuda, tengo que ocupar el tiempo como sea, con lo que sea, salir a hacer cosas a la calle, aunque sea una hora, tu presencia es tan fuerte en nuestra casa, en las obligaciones que ahora recaen en mí… este vacío, esta ausencia en la que te has convertido, ese trozo que falta de mí, parece crecer, tiene un hambre infinita, se alimenta solo, puede que de mi desfallecimiento, de mi apatía, de mi no sentir, es un enemigo imbatible.
Te echo tanto de menos!!!.
Sabes que todas las noches tengo que recitar los cariñosos nombres con que te llamaba, como una oración de cabecera. Debo dedicarte mi último pensamiento antes de cerrar los ojos cada final de cada día, hay veces que me arranca sollozos, otras veces tan solo amargura y las menos una sensación de soledad absoluta, la sensación de ser el ultimo hombre vivo.
Aunque nada de esto importa, solo somos dos motas de polvo en el universo, a ti te arrastró un cometa lejos de mí y yo seguiré vagando por esta fría oscuridad, hasta que ese mismo cometa pase de nuevo y cierre el ciclo arrastrándome también a mí.
Te quiero amor mío, mi niña, mi princesa, mi amor.

