Hola amor mío, casi dos meses después de dejar de escribirte públicamente, vuelvo a este lugar para escribirte una vez más. Ha sido una idea que ha surgido mientras hacía nuestra cama, mientras la vestía de limpio en soledad, una tarea que siempre hacíamos los domingos, juntos, a última hora de la tarde. Siempre te recriminaba que quedase para última hora, pues para mi era un latazo, subir para dormir y tener que pararnos a hacerla en ese momento. ¡¡¡ Desearía tanto poder recriminártelo de nuevo!!!
He bajado casi alegre, pensando en escribirte, pero en cuanto he abierto tu página me he derrumbado de nuevo, esa fotografía tan bonita, no recuerdo si hecha en las playas de Rota o de Benicassin, creo que ésta última, internándote en el agua, sola, mirando hacia el horizonte, alejándote de mi. Esta bella fotografía se ha convertido en el eterno adiós, en la recreación visual de tu marcha, en el símbolo de la pérdida irrecuperable, es tan sumamente hermosa como sumamente dolorosa. No quería hablarte de esto, quería explicarte como voy cambiando, como tu ausencia me sigue perturbando, matando poco a poco, pero va madurando, cambia su forma de presentarse, de actuar conmigo, de afectarme, no es que me afecte menos, es simplemente que me voy volviendo sereno ante el dolor, supongo que algo así te ocurrió a ti, cuando al fin supiste que era algo irrefrenable, imposible de evadir o modificar, creo que eso me ocurre, el dolor y la desesperación persisten, pero algunas veces cuando veo tus fotografías, algunas de ellas, a veces sonrío, solo unos segundos, pero soy capaz de ver mas allá del dolor y la desolación, me acerco de una forma sutil a aquella felicidad que disfrutamos tanto juntos. No dura mucho pues acto seguido viene el dolor, fuerte, intenso, rápido y afilado, pero esos segundos de triste felicidad, son preciosos, como tú lo fuiste durante tantos años.
Me cuesta mucho escribirte esto, pues como es habitual duele mucho, vivirlo hacia el exterior es mas doloroso que vivirlo por dentro, aunque después de exteriorizarlo me invade el cansancio, la apatía, y me encuentro exhausto, pero tranquilo.
Debe ser otra de las famosas «etapas del duelo», suerte que podemos poner nombre a todo.
Esta semana he tomado una decisión, que seguramente no habrías aprobado, para ti sería una injusticia y eso era algo que no tolerábamos ninguno de los dos, creo que es una decisión muy personal y egoísta, pero estas malditas circunstancias, quiero pensar, me empujan a ello, espero no equivocarme, espero que realmente me permita hacer lo que tanto tiempo llevo deseando y está siendo imposible conseguir.
Cambiarán muchas cosas, tendremos que ajustarnos todos a la nueva situación, pero espero recuperar nuestra pequeña familia, unirnos más intensa y estrechamente, espero que me ayude a reponerme y tomar fuerzas para lo que me espera, solo lo hago por liberar tiempo para poder dedicar a tus hijos, nuestros hijos, aquellos por los que siempre luchaste, sin reservas, siempre por encima de cualquier otra causa.
Hemos tenido una vida plena, hermosa, satisfactoria y feliz, a pesar de las dificultades, que no han sido pocas, a pesar de nosotros mismos, que no siempre hemos estado de acuerdo en todo, a pesar de nuestro entorno, que no siempre nos entendía, a pesar de nuestras peculiaridades, que no siempre eran bien aceptadas, a pesar de todo esto no habrá día que no lamente haber perdido algo que era tan maravilloso, haber perdido a la persona que mejor me entendía, la que más me amaba, la que siempre me esperaba con una sonrisa y un beso, la que siempre me apoyaba, me consolaba y ayudaba, la que menos me pedía y exigía, la persona que se conformaba con estar siempre en segundo plano, subordinando su existencia a su familia, la que con todo se conformaba, la que cedía siempre parte de su comida ante esos niños siempre famélicos, cuando de pizza se trataba, la persona mas desinteresada y generosa que pueda existir, pero sobre todo no dejaré de lamentar ni un solo día haberte perdido a ti, Mari Ángeles, mi loca, mi niña, mi princesa, mi amor, la más hermosa y alegre compañera de viaje que jamás podrá existir, haber perdido para siempre una consciencia tan maravillosa, un amor tan inmenso, una voluntad inagotable, una persona increíble e irrepetible.
Espero, a partir de ahora, ser capaz de poder escribir lo hermosa y maravillosa que ha sido nuestra convivencia, poder contarte como tu familia, nuestra familia se une y consolida, como avanzamos, casi tal y como lo haríamos si tu estuvieses con nosotros.
TE AMO MI NIÑA, MI PRINCESA, MI AMOR.

