Hola vida mía, por aquí estoy de nuevo, deambulando cerca de ti.
Me gustaría tanto empezar el fin de semana, como tantos otros, ¡a tu lado!, tener dos días completos para estar juntos otra vez!, te echo tanto de menos…
Todo transcurre apaciblemente, entre tristeza y pesar, como si de una postal bucólica, campestre y cotidiana se tratase; las cosas pasan de forma tranquila, sin prisa, sin apenas presión, sin sensaciones de urgencia, todo se hace, pero ya nada tiene fecha limite ni las horas contadas, simplemente se desarrolla todo con calma, sin pretensiones a un ritmo sosegado.
Casi podría decirte que se ralentiza todo, casi un viaje astral, en el que puedo observar desde fuera como ocurre todo a mi alrededor, apenas sin mi intervención.
Me faltan tantas cosas, que no comprendo cómo es posible que pueda aun funcionar, en apariencia completo, pero vacío y desprovisto de propósitos en realidad.
Hoy, me siento totalmente laxo, algo que no había experimentado nunca de una forma tan vacua e insensible, es como intentar poner una mullida toalla de pie, es algo imposible, su carencia de elementos rígidos impide lograrlo, igual me pasa a mí, me siento como un trapo, inerte y blando, desprovisto de voluntad.
Hoy se está convirtiendo en un día anodino e inútil, como tantos otros, pero anormalmente extraño, hoy, el abandono reina a voluntad y ¿sabes qué? Hoy me parece bien no sentir nada, quizá sea una desconexión programada, puede que este mecanismo se haya disparado hoy, potencialmente por algún motivo, o quizás solo es cansancio, más probablemente, pero, aun así, aun húmeda por las lágrimas, esta languidez quizás me dé algo de paz, al menos hoy o al menos ahora.
Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor.




