Miércoles 7 de julio de 2021

Hola vida mía, el tiempo transcurre sin cambios sustanciales o relevantes, cada nuevo día es idéntico al anterior, amanece y se reinicia el deseo de que acabe pronto. Estos días tan largos se hacen aún mas interminables, parece que la oscuridad temprana ayuda a anticipar el sueño, mientras que el alargamiento de luz diurna lo retrasa sensiblemente, no obstante es preferible anímicamente un día cálido y luminoso a uno frio y oscuro.

Estos días, cuando, a causa del intenso calor, me quedo inmovilizado en el sofá o la piscina, pienso mucho en los veranos que pasamos juntos, las largas tardes en la piscina, lo agradable que era el baño juntos, lo mucho que disfrutaba paseando dentro del agua colgado de ti o tu abrazada a mi espalda, como un dócil tiburón y su rémora. Echo de menos el contacto físico en el agua, echo de menos las conversaciones insulsas y triviales de hamaca y fruta fresca, echo de menos leer contigo a mi lado hablando con mi hermana o jugando a las cartas con la niña.

Esos momentos intrascendentes son sumamente valiosos, mucho más de lo que aparentan unas escenas de vida familiar y festiva, esos instantes eran el sustento de la felicidad, eran el ingrediente perfecto para cocinar una vida rica y plena, eran momentos de ternura y amor ,sin filtros ni objetivos ocultos.

Echo tanto de menos levantarme y desear hacer algo, esperar que llegue la hora de volver, para encontrarte y hacer lo que fuera o consumir nuestro tiempo en cosas absolutamente nada importantes.

Te echo mucho de menos y aún no hay nada que consiga devolverme a la vida, a veces porque no quiero, otras porque no puedo y la mayoría de las veces por falta de estímulos.

Tengo claro que este estado civil, de nombre tan horrible, es un estado emocional, que se puede convertir en un atributo personal permanente e igual de horrible que su nombre.

Me gustaría darme permiso, ser parte activa en mi recuperación, si ello fuera posible, a veces incluso veo opciones y acciones para escoger y realizar, pero mi voluntad es volátil y voluble, quizás sea también un estado pasajero, de duración indefinida, pero que podría tener fecha de caducidad, por mis decisiones o por la interacción con otras personas, pero en mi situación actual puede ser  muy difícil, si no imposible.

Deben cambiar tantas cosas, sobre las que no tengo control alguno, que la recuperación que, en momentos de calma espiritual veo como posible , cuando la cotidianidad sigue su curso se vuelven inalcanzables.

A veces es más difícil capear un día tranquilo que un día de arduo trabajo, disponer de tiempo para pensar se convierte en un odioso pasatiempo imposible de eludir, mantenerme ocupado alivia esa presión mental que me angustia tanto y que a nada conduce, pensar y darle vueltas a todo solo por aburrimiento y nula capacidad de resistencia.

Estoy siempre tan cansado que supongo que esto debilita cualquier tipo de barrera, escudo o defensa que pudiera usar para no caer en esos bucles destructivos, de pensamientos y conversaciones simuladas.

La autocontemplación y el diálogo interior, sin el debido entrenamiento y control, son indudablemente perjudiciales para la salud mental, al menos para la mía.

Me encuentro cansado, perdido y sin un objetivo que dirija mis acciones y focalice mi actitud, lo sé, lo acepto, lo comprendo, incluso siendo conocedor de todo me veo incapacitado para resolver algo, o ir provocando pequeños cambios que pudieran llevarme a otro lugar.

Todo acaba volviendo al mismo punto de partida: TENER UN OBJETIVO POR EL QUE HACER LO QUE SEA NECESARIO PARA CONSEGUIRLO, si no busco lograr una reacción no puedo emprender ninguna acción.

Tan simple y tan alejado de mis posibilidades.

Puede que la edad sea también un severo inconveniente, el haber rebasado ya el punto de plenitud de capacidades de toda índole, con el consecuente inicio del descenso hacia la decrepitud y la consunción, restan claramente vitalidad a todas mis acciones, aunque solo sea buscar excusas donde no las hay.

La soledad se retroalimenta y se  vuelve voraz con su crecimiento y, aun sabiéndolo, no tengo ganas de luchar contra ello, sé que podría hacerlo, pero… para qué, nadie me espera ya.

Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor.

46 Visitas totales
32 Visitantes únicos
Total Page Visits: 199 - Today Page Visits: 1

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *