Domingo 2 de mayo de 2021

Estar vivo sin tu sonrisa

Hola, amor mío, llevo días queriendo sentarme contigo, pero no se por qué estos últimos días acabo evitándolo.

Hace días, me mandé una nota para recordar que debía escribir sobre tu sonrisa, tu alegre y sincera sonrisa, la que te acompañó toda tu vida, quizás una de las cosas que mejor te definían como persona, algo maravilloso que dispensabas continuamente a quien disfrutaba de tu compañía, una sonrisa hermosa, para mí la visión perfecta de la felicidad.

No quiero olvidarla, no puedo permitirme perder ese don que tu tenías, no debo permitir que caiga en el olvido, aunque seguramente pocos se acordarán ya de ello.

Hace tiempo enmarqué un par de fotografías que nos hicimos juntos en plena enfermedad, dos instantáneas de la peor situación a las que nos enfrentamos como pareja y como seres humanos, no obstante en ambas fotografías sonreías, no de forma tan radiante como lo hacías cuando eras dueña de tu vida, pero especialmente hermosas por el esfuerzo que ponías en darme ese regalo cada día, el esfuerzo que debía suponer sonreír cuando nada había para estar feliz o alegre, pero aún en esos momentos lo hacías, sonreías para mí, sonreías al amor, sonreías a la dedicación y sobre todo sonreías para salvarme.

Pasaste demasiado tiempo de esta batalla luchando por mi vida, más tiempo del que pasaste luchando por la tuya.

¿Cómo podías ser tan endiabladamente fuerte? ¿Cómo fuiste capaz de enfrentarte a la muerte con tanto valor y sin pensar en ti? No logro entender como es posible que en 6 meses apenas te quejases en dos ocasiones. La muerte te atrapó ineludiblemente y tú no te quejabas, ni lamentabas el fin que te había impuesto, conviviste con ella y conmigo y jamás renegaste de nada ni de nadie, ni una sola palabra de desánimo!!! NI UNA, es imposible, es increíble, es algo absolutamente irracional, fuiste más fuerte que cualquier ser humano, con tus apenas 45 kg de peso, pero cada gramo era de pura voluntad, de generosidad y luz.

Te echo tanto de menos amor mío.

Afrontar cada día, sólo, sin esperanza, sin futuro, sin deseos ni objetivos, es un pago ínfimo por haber compartido contigo 33 años de amor, es un pago ridículo por haber presenciado la mayor hazaña posible realizable por ninguna persona, en un pago nimio comparado con la bondad y generosidad con que tu compartiste tu vida conmigo, sí, todo lo que resta tras tu partida solo es un grano de arena en un desierto, comparado con  lo que hemos vivido juntos, mucho tiempo de convivencia mal aprovechada y con poca consciencia de lo que ocurría.

Ojalá no hubiese estado ciego tantos años, ojalá hubiese dedicado mas tiempo a sonsacar esa sonrisa y a disfrutar de ella, ojalá hubiese visto la importancia de la vida en común, más allá de la necesidad de alimentar cuerpos, mantener vidas y criar hijos, ojalá siguieses con vida, aunque yo siguiese malgastando gran parte de nuestro tiempo en cosas innecesarias, poco útiles, aunque siguiese invirtiendo ese finito tiempo en cosas carentes de valor.

La vida es una oportunidad que yo no supe aprovechar, o mil oportunidades desperdiciadas, o puede que un millón de maravillas apenas vislumbradas entre el ajetreo cotidiano, o simplemente una infinidad de instantes que pasan sin que seamos conscientes de ellos.

La vida muchas veces no es lo que queremos que sea, sino lo único que somos capaces de hacer, la suma de millones de segundos vividos extraviados en el laberinto de la sociedad, sumergidos en un mar de convencionalismos, atrapados en una nube de necesidades ilusorias y ficticias, la vida se nos escapa mientras creemos vivirla, mientras esperamos inconscientemente la muerte, la vida se pasea ante la ventanilla de nuestro viaje, mientras nosotros permanecemos como meros espectadores en lugar de ser los actores.

Para mí la vida fue el tiempo que pasamos juntos, el tiempo que invertimos y compartimos planificando y ejecutando nuestros proyectos, el tiempo vivido mientras hacíamos lo que queríamos hacer, el tiempo que transcurría entre un proyecto y otro, la vida era el tiempo que medía nuestro amor, era el regalo, la recompensa, el premio por haber hallado a la persona ideal, por haber encontrado el camino marcado, por haber completado con éxito el objetivo de toda vida, simplemente vivir.

Vivir.

NO es vivir estar vivo, vivir es un acto no un estado.

Yo no puedo vivir sin ti, aunque sean muchos los días que me mantengo vivo, ninguno de ellos he conseguido vivir, porque no hay vida tras la muerte, porque la tuya fue la muerte de ambos, porque nosotros vivimos mientras éramos uno, cuando tu dejaste de vivir yo lo hice contigo, porque medio ser no es un ser completo y medio ser o un ser incompleto no puede existir.

Ayer necesité llorar y hoy vuelvo a necesitarlo, una necesidad sencilla, fácil de satisfacer, no requiere espacio, situaciones propicias o elementos externos, pero es un alivio pasajero, aunque el dolor casi ha quedado atrás, ese espacio se va llenado con otras emociones, quizás menos agudas, pero no más fáciles de llevar.

El vacío, el miedo, la soledad, la añoranza, la apatía, la desesperanza y la falta de futuro son un equipo sólido y hábil, se sincronizan perfectamente, cubren todos los ángulos, todos los segundos del partido, no hay momento del día ni situación en la que alguno de ellos no esté presente.

Hoy me siento débil, querría pasar más tiempo contigo, pero hay tantas cosas que hacer siempre, a veces puedo conformarme con tenerte en la cabeza, con pensar en ti, con mirar tus fotografías, otras en cambio necesito sentirte, como cuando me siento ante ti a escribirte algo, aunque solo sea escribir para compartir mi calamidad y terror, pero hoy necesitaba acercarme otra vez a ti, sentirte, aunque sea de una forma lacerante y destructiva, aunque siempre sea de una forma fugaz y pasajera.

Espero verte pronto amor mío.

Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor.

42 Visitas totales
27 Visitantes únicos
Total Page Visits: 255 - Today Page Visits: 1

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *