Domingo 2 de agosto de 2020

 

Hoy habría sido un nuevo día de celebración familiar.

Hola amor mío, como cualquier otro día memorable, hoy hubiésemos ido a comer al Foster o al Pizzaiolo, tus lugares favoritos para celebraciones, porque hoy habríamos disfrutado de la celebración de tu santo, igual que, aun consumida por la enfermedad, celebramos tu santo el año pasado, sin saber que estábamos a 8 días de tu último adiós.

Sí, hoy habría sido una bonita celebración de amor y felicidad, estoy seguro de ello, completamente.

Pero hoy, sólo he podido ir a visitarte, hacerlo bajo un calor insufrible, acercarme allí para ver la lápida que cubre y protege tus restos, pensar unos minutos en ti, en mí, en nosotros, lo que fuimos y lo que vivimos, intentar recordar cosas bonitas, visualizar tu rostro y tu sonrisa, mientras mi corazón volvía a descarnarse otra vez.

No comprendo aún esa atracción hacia este lugar. Pues tu no estas allí, tú ya moras para siempre en mí, tu santuario soy yo, lo que queda de ti esta casi todo en éste que fue el hombre más feliz que pudiera existir.

Aun así, no puedo resistirme, me siento llamado a tu lado, las fechas importantes me conminan a peregrinar a tu sepultura, rendir un tributo innecesario pero obligatorio, un mandato imposible de desobedecer, doloroso pero necesario.

El tiempo transcurre lento pero inexorable, las obligaciones crecen y las sensaciones desaparecen, muy poco a poco todo se diluye, se difumina y pierde forma, color y esencia.

Es insoportable, seguir en todo esto para nada, es como intentar vaciar el mar echando el agua a la arena de la orilla, una labor tan titánica como inútil, esto es mi presente, mis pies enterrados en la orilla, inclinado con un cubo en la mano, intentando completar semejante labor.

¡¡¡Es tan inútil mi existencia!!!

El otro día miraba la postal que te envié, antes de toda esta odisea, en la que había incluido varias fotos tuyas con cada uno de nosotros, con un texto tan cierto como premonitorio

“tú eres el elemento que unes todas las figuras de estas fotografías”

A pesar de mi ceguera ante tantos miles de cosas, lo tenía claro, solo tú tenías la capacidad de mantener unida esta familia, tú eras el ingrediente secreto de esta receta. Sin ti ya no queda nada.

 

Te quiero mi princesa, mi niña, mi amor

 

Postal

49 Visitas totales
34 Visitantes únicos
Total Page Visits: 185 - Today Page Visits: 1

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *