Domingo 18 de octubre de 2020

¿Dónde estoy?

Hola princesa, en marcha un día más.

Ya hace rato que estoy levantado, ocupado con nuestras labores domesticas, la primera lavadora ya esta tendida, la comida a medio hacer y empiezo ya a repasar habitaciones.

Me hubiera gustado hacer esto mucho antes, compartir estas tareas contigo,  de nuevo caigo en la cuenta de lo machista que he sido el tiempo que hemos convivido, no como un caso extremo controlándote y prohibiéndote cosas, no, eso jamás lo hice, ni entró nunca en mis pensamientos, pero sí desde un punto de vista de comodidad. Acepté e interioricé plenamente que tú harías las labores domesticas y yo me encargaría de traer el dinero a casa. Incluso cuando ambos trabajábamos mi comportamiento era el mismo, quizás fui cambiando los últimos años, cuando empecé a dar de lado un poco el trabajo a causa de la salud, no sé si el cambio fue consciente, no lo recuerdo, pero se produjo poco a poco, tal vez porque así compartíamos más tiempo, puede ser porque así no me sobraba tiempo para otras cosas perjudiciales para mi situación, quizás vi simplemente que era algo placentero…

Aun con este cambio, que se había iniciado lentamente,  hice poco, muy poco, por prestar una ayuda real y sensible, ahora lo lamento profundamente, por lo injusto de la situación, aunque tú nunca te quejaste ni me recriminaste nada, no solo por la descarga que podría haber supuesto para ti, sino también, egoístamente, porque habríamos pasado mucho más tiempo juntos, seguramente habríamos disfrutado aprendiendo nuevas cosas, habríamos reducido los tiempos de esas tareas y liberado más tiempo para dedicar a lo que nos hubiese apetecido en cada momento.

Me hace sentir mal ver que, a la fuerza, he desarrollado habilidades que me habrían convertido en el compañero que debí ser de forma voluntaria, haber perdido esa oportunidad de: compartir aun mas tiempo, pasión, ayuda, compañerismo, distribuir justamente nuestros horarios, haber aumentado en definitiva nuestra unión y confianza.

Ahora lamento y lloro por lo que pudo haber sido y ahora jamás será.

Lamento no haber sido el hombre que debí ser y que quizás tu esperaste que fuera.

Lamento haberte fallado, aunque a ti nunca pareció importarte.

Lamento haber sido tan inconsciente y egoísta.

Pero sobre todo lamento la cantidad de risas tuyas que habré perdido en todos esos momentos que nunca se produjeron, la complicidad que habríamos vivido, las bromas que nos habríamos gastado, los errores de los que habríamos aprendido y fundamentalmente los besos y abrazos que te habría robado en todo ese tiempo extra que podríamos haber compartido.

Por todo ello, aunque tú no le habrías dado importancia, tú ni siquiera lo habrías visto así, aunque ahora no puedas escucharlo, ni sentirlo, ni consolarme, te pido perdón.

Hoy, paseo por casa mirando por enésima vez tus fotografías, disfrutando de tu belleza, captada y fijada en momentos felices, en algunas tu sonrisa natural obliga a sonreír al verla, pero hoy no sé que siento al verlas, es como si mirase a través de un cristal sucio y no tuviese claro que hay al otro lado, te veo, observo tu sonrisa, tu rostro que tanto me gustaba besar y acariciar y me encuentro perdido, no despierta sentimientos en mi, parece como si estuviese quemado, indiferente al estimulo para el que colgué tantas fotografías, en tantas paredes de nuestro hogar y de mi oficina.

También te pido perdón por ello y porque últimamente me encuentro apagado e inánime, siempre con la mascara puesta, pensando en los demás y asfixiando mi yo para no causar daño, quizás esa mascara se apodera de mi rostro y se establece como personalidad principal, no lo sé, no puedo dejar de pensar tonterías, de este tipo, que me desequilibran, tanta conversación interna no aporta nada, pero…es una trampa a la que no puedo escapar, la soledad me empuja a ella y no hay donde agarrarse. Te pido perdón, porque tú te habrías reído, le habrías quitado cualquier importancia que yo le diese y me obligarías, con una simple sonrisa, a continuar y olvidar tantas paranoias, pero yo, yo no soy capaz de olvidar todo esto.

He de seguir, hay que vivir un día mas en el paraíso, el carrusel sigue girando vertiginosamente y no puedo apearme.

Te quiero mi niña mi princesa, mi amor.

46 Visitas totales
29 Visitantes únicos
Total Page Visits: 179 - Today Page Visits: 1

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *