Viernes 13 de noviembre de 2020

Hola vida mía, por aquí estoy de nuevo, deambulando cerca de ti.

Me gustaría tanto empezar el fin de semana, como tantos otros, ¡a tu lado!, tener dos días completos para estar juntos otra vez!, te echo tanto de menos…

Todo transcurre apaciblemente, entre tristeza y pesar, como si de una postal bucólica, campestre y cotidiana se tratase; las cosas pasan de forma tranquila, sin prisa, sin apenas presión, sin sensaciones de urgencia, todo se hace, pero ya nada tiene fecha limite ni las horas contadas, simplemente se desarrolla todo con calma, sin pretensiones a un ritmo sosegado.

Casi podría decirte que se ralentiza todo, casi un viaje astral, en el que puedo observar desde fuera como ocurre todo a mi alrededor, apenas sin mi intervención.

Me faltan tantas cosas, que no comprendo cómo es posible que pueda aun funcionar, en apariencia completo, pero vacío y desprovisto de propósitos en realidad.

Hoy, me siento totalmente laxo, algo que no había experimentado nunca de una forma tan vacua e insensible, es como intentar poner una mullida toalla de pie, es algo imposible, su carencia de elementos rígidos impide lograrlo, igual me pasa a mí, me siento como un trapo, inerte y blando, desprovisto de voluntad.

Hoy se está convirtiendo en un día anodino e inútil, como tantos otros, pero anormalmente extraño, hoy, el abandono reina a voluntad y ¿sabes qué? Hoy me parece bien no sentir nada, quizá sea una desconexión programada, puede que este mecanismo se haya disparado hoy, potencialmente por algún motivo, o quizás solo es cansancio, más probablemente, pero, aun así, aun húmeda por las lágrimas, esta languidez quizás me dé algo de paz, al menos hoy o al menos ahora.

Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor.

Viernes 6 de noviembre de 2020

Solo pasaba por aquí.

 

Hola vida mía, hoy no tengo nada especial que contarte, solo me empuja la necesidad de simular una vez más que estamos juntos, que estás a mi lado y podemos entablar una conversación insulsa e insignificante, únicamente sentarme a tu lado y como hacíamos tantas veces, relajarme junto a ti y sentirte cerca, imaginar que estamos aburridos uno junto al otro, enredados en el sofá, cada uno inmerso en sus cosas, pero firmemente unidos en lugar de irremediablemente separados.

Hoy solo pasaba por aquí… me pareció buena idea hacerte una visita de cortesía, sin pretensiones ni mayor aspiración que traerte a mi lado.

Lo sé, no es poca cosa, pero aun así es egoístamente un acto simple, de amor en estado puro, de necesidad descarnada, mirar tu fotografía sonriente en una pantalla, mientras escribo en la otra, me separa unos instantes de mi malhadado estado, me libera un poco de mi apatía y me prepara para la noche y el fin de semana.

Eras tan hermosa…, eras tan especial…, solo el vacío que ha quedado tras tu partida puede igualar tus cualidades como persona, como mujer, como madre y compañera.

Mami, siempre fuiste dueña de mi persona y mi destino, ahora, sin ti, solamente soy un triste perro sin dueño, que vaga triste y cabizbajo, siempre alrededor de la sepultura de su amado dueño.

Descansa en paz amor mío, al menos queda la certidumbre de este deseo inútil, pues la muerte siempre es mejor que la existencia que sufriste tus últimos días, aunque he de serte sincero yo hubiese pasado el resto de mi vida atendiéndote tal y como estabas, hubiese renunciado a toda humanidad por un egoísmo atávico, si hubiese podido, a pesar de tu sufrimiento, te habría mantenido a m i lado, pero el cáncer fue más sabio y humano que yo y, cuando la vida dejó de serlo, te libró de semejante condena.

Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor.

Miércoles 4 de noviembre de 2020

La vida es un asco.

Hola amor mío, sé que tu jamás habrías permitido que pensase algo así, enseguida me habrías hecho ver las cosas buenas y el lado hermoso de la vida, pero tú no estás y la vida es un verdadero asco.

Hay veces que cuando llega la noche, solo apetece morir y dejar de molestar con la mera existencia, los días son demasiado largos y excesivamente duros, pero se hacen insoportables, cuando solo recibes muestras de rechazo, gestos de desagrado y parece que mi presencia es una molestia inevitable, un mal menor.

Siempre predico que no debemos dejar que los demás tomen el control de nuestras emociones, pero yo ya he perdido por completo el control de las mías. Todo me afecta en exceso, mis valores y principios cambiaron radicalmente aquel día por la mañana, veo que son muy distintos del resto de personas, que no hay convergencia en el enfoque de las cosas, cada uno va a la suyo, no importa a quien pisen si les acerca a sus deseos o cubre sus necesidades. El egoísmo campa libremente.

Se ha acabado el dialogo y el consenso…

Hoy tenía muchas cosas que contarte, pero ya no puedo.

Estoy tan cansado…

Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor.

Domingo 1 de noviembre de 2020

Un sueño feliz, un regalo precioso.

Hola amor mío, esta noche he soñado contigo.

Ha sido un sueño maravilloso, lleno de consciencia, una bella oportunidad para el reencuentro. No sé como empezó, pero de buenas a primeras apareces en la habitación donde estaba, con el pelo muy corto pero abundante, creo que el mismo corte que te hiciste cuando el cabello comenzó su caída y tomaste la primera decisión real de tu enfermedad, decidiendo cortarte tu precioso cabello con lágrimas en los ojos, nada mas vernos, los dos sonreímos con una alegría espontanea y potente, los dos sabíamos que se trataba de un sueño, los dos reconocíamos que tú ya no estás entre los vivos, pero ambos apreciamos el regalo de poder vernos y sentirnos de una forma extraña y natural a la vez, así que nos abrazamos y nos besamos sonriendo como adolescentes, ¡¡¡y lo sentía todo tan real!!, por fin volvía a verte y a sentirte después de tanto tiempo, aprovechamos esos minutos y nos entretuvimos y deleitamos simplemente con el embriagador contacto, sintiendo el cuerpo el uno del otro, acariciándonos, tu espalda recostada sobre mi pecho, mis brazos envolviéndote y saboreando tu pequeño cuerpo, tu piel suave, viviendo con intensidad unos segundos regalados, todo ello sin hablar,

Ha durado muy poco, o poco es lo que recuerdo, pero la sensación de felicidad permanece a la luz del día.

¿por qué hoy un regalo tan caro?, no lo sé, pero ojalá se repitiese cada día, ojalá cada noche volvieses a visitarme, a darme tus besos y ofrecerme tu compañia y tu cuerpo unos minutos. Ojalá pudiese provocar estos encuentros.

La vida esta llena de ojalás y quizás.

Gracias amor mío.

Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor.

 

Sábado 31 de octubre de 2020

 

Hola vida mía, empieza un nuevo y largo fin de semana.

Hay tantas cosas que hacer, tantas tareas que podríamos compartir, tantas vivencias que no debería afrontar en solitario…

Te echo de menos cada minuto de cada día, no con angustia como hace unos meses, pero si con un pesar y una profunda tristeza que empañan la vista y enturbian la luz, continuar sin ti es un duro camino, llevadero, sí, pero insípido e indolente, un consumo vacío de tiempo.

Pero la vida sigue, no para de decir todo el mundo, no para de gritar mi cerebro, sí, es cierto, pero sigue para los demás, para mí no continúa, sino que se desliza a mi lado, me adelanta y sobrepasa, como una autopista rápida y concurrida junto a una vía de servicio inhóspita, estéril y sin tráfico.

Sí, la vida sigue, pero no es la misma para todos, es un concepto genérico, que abarca tanto la felicidad como la más absoluta desesperación, para todos es vida, para unos fantástica y para otros aterradora, pero sí, es vida para todos, incluso para los que no la quieren, que como una joroba la portan, pero no la desean.

Sí, la vida sigue, aun en soledad, aun en compañía, porque la vida no entiende de compañías, de deseos o de necesidades, la vida es como la atmosfera, esta por encima de todos y de todo.

Sí, todos vivimos, como podemos, como nos dejan, a veces, por tiempo limitado, incluso como deseamos, pero nada permanece, nada es estable, nada es duradero, incluso la vida termina, incluso a veces sin haber acabado.

Pero hoy, hoy debería estar alegre, ¿por qué? no lo sé, quizás deba haber días alegres, espolvoreados sobre este pastel de tristeza, porque quizás tocaría, aunque fuese aleatoriamente, por casualidad, por pura estadística, aunque no, hoy no toca aún.

¿Podría provocarlo?, pues es posible, pero no lo veo como un objetivo real, alcanzar una alegría ficticia, rebuscada, creada artificialmente, ¿con que finalidad?, ¿esquivar otro día en el paraíso? ¿sentirme mejor?, sigo sin verlo, la felicidad debe ser fundamentada y con argumento.

Me contento con ser capaz de dedicarte unos minutos, usarlos para compartir contigo este sentir imposible de describir y crear este espacio exclusivo, tender este puente que nos une, no obstante, a través del dolor.

Aunque quizás esto sea alegre, quizás sentirte al otro lado de esta niebla, pueda ser motivo suficiente de alegría, vislumbrar tu sonrisa entre retazos de miles de recuerdos, quizás esto sea un acto heroico de alegría, difícilmente reconocido pero cierto.

Te quiero tanto que me sobrepasa, mi mente no es capaz de contener tanto amor sin poder entregarlo, sin poder entregártelo. Buscar alegría entre tanto tormento no es una tarea baladí, ni tan siquiera es una empresa probable.

Bueno, quien sabe, quizás mañana encuentre un trocito de alegría, ¿por qué no?, la vida es así unos días te da y otros te quita, o todos los días te quita y quizás algún día entregará algo a cambio, aunque solo sea llegar a la última página.

O puede que sí, mañana pondré la cerámica en la entrada, pondrá nombre a esta casa, nuestra casa, la que siempre será tu casa y ahora exhibirá tu nombre con alegría, con color, con un sentimiento imperecedero.

Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor.

Sábado 24 de octubre de 2020

Conocimiento e incomprensión

Hola vida mía, hoy he descubierto que cuando necesito llorar vengo a compartir contigo un ratito, escribirte, aun sabiendo que es una conversación unidireccional, crea ficticiamente esa línea contigo que me ayuda a romper barreras y deja que fluya el estrés que se va acumulando día a día, solo dirigirme a ti ya desatasca mis ojos, me oprime el pecho inmediatamente y empieza a dragar y purgar la enfermedad que anida en mí.

Es curioso que, aun no estando presente, ejerzas ese poder de cura y purificación en mí.

Te echo tanto de menos…

Temo tanto lo que aun falta por llegar, ver crecer a tus hijos, ver como aumenta la belleza y la inteligencia de tu hija, como sus vidas se van haciendo, encontrando sus caminos, forjando sus personalidades y tú no puedas estar a mi lado, para acompañarlos, guiarlos y verlos desarrollarse.

¿Cómo podré acompañarlos en sus graduaciones, en sus bodas, en sus bautizos, en sus vidas, con esta gran soledad que me somete, sin tu presencia benefactora?

Me asusta el futuro, no sé si seré lo suficientemente fuerte para afrontarlo como se espera que sea.

Todo es puro engaño, no hay fortaleza en mi vida, todo es fachada, un blanco y opaco revestimiento de normalidad y mirada al frente.

Mañana pasaré a verte un ratito, espero que no llueva, me sentaré a tu lado y, como siempre, me comunicaré contigo a través de la escritura y el llanto. Aquello en lo que nunca creí, se apodera de mí en fechas tan marcadas socialmente, aquella urna no te contiene, tú no moras en aquel espacio estrecho y oscuro y sin embargo debo peregrinar a tan sagrado lugar, intentar una comunión que se puede alcanzar en cualquier lugar y en cualquier momento, pero se acerca la festividad de los difuntos y hay que seguir la tradición, no me quejo, no me importa, pero tú, que me conocías como nadie jamás podrá hacerlo, sabías que estos protocolos sociales no eran nada para mí.

Todo ha adquirido un nuevo sentido, la comprensión ha adquirido otra dimensión, antes desconocida para mí, muchas frases que antes carecían de significado brillan ahora como un mensaje oculto, revelado solo en condiciones especiales, cuando la luz del amanecer del sexto día las ilumina a través del agujero oculto en la cima de la montaña.

Todo me obliga a pensar, a razonar cada palabra, cada acto, cada mirada, cada segundo.

¿Por qué todo el mundo dice que hay que continuar? ¿Por qué es la única vía? ¿por qué no podemos aceptar que cuando el estanque se seca todos los peces mueren?, aunque repoblemos un bosque quemado la vegetación que la sustituye no es la anterior, no se ha recuperado la vida existente, se ha sustituido, su lugar pasa a ocuparlo otra vida parecida, semejante, pero no es la misma, la original se perdió de forma irrecuperable tras la catástrofe.

Comprendo que no sea fácil verlo, imposible sentirlo, pero eso no impide que se cause daño a otro nivel, con la obcecada obsesión de recuperar lo irrecuperable, aunque, ¿Qué hacer entonces? ¿Renunciar a la recuperación? ¿Abandonar ese terreno baldío a la desolación?

No hay decisiones simples, no hay acciones que solo sean beneficiosas, siempre hay daños inesperados o colaterales, quizás la locura sea una buena solución, quizás no.

Yo, solo puedo decirte,

Te quiero mi niña. mi princesa, mi amor.

Ahora, una vez vaciado, agotado e insatisfecho, me voy una vez más, me alejo de ti, dispuesto a derrumbarme en nuestro salón, gastado y roto por la catarsis, consumido por el calor que provoca el dolor y el deseo imposible de satisfacer, anhelando una vez más una mirada tuya, una palabra o una sonrisa, una vez más deseando que otro día más en el paraíso termine cuanto antes, una vez más reconociendo que estoy inmerso en una batalla en la que aún no sé cual es mi bando.

Domingo 18 de octubre de 2020

¿Dónde estoy?

Hola princesa, en marcha un día más.

Ya hace rato que estoy levantado, ocupado con nuestras labores domesticas, la primera lavadora ya esta tendida, la comida a medio hacer y empiezo ya a repasar habitaciones.

Me hubiera gustado hacer esto mucho antes, compartir estas tareas contigo,  de nuevo caigo en la cuenta de lo machista que he sido el tiempo que hemos convivido, no como un caso extremo controlándote y prohibiéndote cosas, no, eso jamás lo hice, ni entró nunca en mis pensamientos, pero sí desde un punto de vista de comodidad. Acepté e interioricé plenamente que tú harías las labores domesticas y yo me encargaría de traer el dinero a casa. Incluso cuando ambos trabajábamos mi comportamiento era el mismo, quizás fui cambiando los últimos años, cuando empecé a dar de lado un poco el trabajo a causa de la salud, no sé si el cambio fue consciente, no lo recuerdo, pero se produjo poco a poco, tal vez porque así compartíamos más tiempo, puede ser porque así no me sobraba tiempo para otras cosas perjudiciales para mi situación, quizás vi simplemente que era algo placentero…

Aun con este cambio, que se había iniciado lentamente,  hice poco, muy poco, por prestar una ayuda real y sensible, ahora lo lamento profundamente, por lo injusto de la situación, aunque tú nunca te quejaste ni me recriminaste nada, no solo por la descarga que podría haber supuesto para ti, sino también, egoístamente, porque habríamos pasado mucho más tiempo juntos, seguramente habríamos disfrutado aprendiendo nuevas cosas, habríamos reducido los tiempos de esas tareas y liberado más tiempo para dedicar a lo que nos hubiese apetecido en cada momento.

Me hace sentir mal ver que, a la fuerza, he desarrollado habilidades que me habrían convertido en el compañero que debí ser de forma voluntaria, haber perdido esa oportunidad de: compartir aun mas tiempo, pasión, ayuda, compañerismo, distribuir justamente nuestros horarios, haber aumentado en definitiva nuestra unión y confianza.

Ahora lamento y lloro por lo que pudo haber sido y ahora jamás será.

Lamento no haber sido el hombre que debí ser y que quizás tu esperaste que fuera.

Lamento haberte fallado, aunque a ti nunca pareció importarte.

Lamento haber sido tan inconsciente y egoísta.

Pero sobre todo lamento la cantidad de risas tuyas que habré perdido en todos esos momentos que nunca se produjeron, la complicidad que habríamos vivido, las bromas que nos habríamos gastado, los errores de los que habríamos aprendido y fundamentalmente los besos y abrazos que te habría robado en todo ese tiempo extra que podríamos haber compartido.

Por todo ello, aunque tú no le habrías dado importancia, tú ni siquiera lo habrías visto así, aunque ahora no puedas escucharlo, ni sentirlo, ni consolarme, te pido perdón.

Hoy, paseo por casa mirando por enésima vez tus fotografías, disfrutando de tu belleza, captada y fijada en momentos felices, en algunas tu sonrisa natural obliga a sonreír al verla, pero hoy no sé que siento al verlas, es como si mirase a través de un cristal sucio y no tuviese claro que hay al otro lado, te veo, observo tu sonrisa, tu rostro que tanto me gustaba besar y acariciar y me encuentro perdido, no despierta sentimientos en mi, parece como si estuviese quemado, indiferente al estimulo para el que colgué tantas fotografías, en tantas paredes de nuestro hogar y de mi oficina.

También te pido perdón por ello y porque últimamente me encuentro apagado e inánime, siempre con la mascara puesta, pensando en los demás y asfixiando mi yo para no causar daño, quizás esa mascara se apodera de mi rostro y se establece como personalidad principal, no lo sé, no puedo dejar de pensar tonterías, de este tipo, que me desequilibran, tanta conversación interna no aporta nada, pero…es una trampa a la que no puedo escapar, la soledad me empuja a ella y no hay donde agarrarse. Te pido perdón, porque tú te habrías reído, le habrías quitado cualquier importancia que yo le diese y me obligarías, con una simple sonrisa, a continuar y olvidar tantas paranoias, pero yo, yo no soy capaz de olvidar todo esto.

He de seguir, hay que vivir un día mas en el paraíso, el carrusel sigue girando vertiginosamente y no puedo apearme.

Te quiero mi niña mi princesa, mi amor.

Sábado 17 de octubre de 2020

Hola amor mío, comienza un nuevo fin de semana, un fin de semana en el que el único objetivo será superarlo sin desmoronarme cada minuto que estoy solo en nuestra casa, un fin de semana cuya única expectativa es ir al gimnasio o tomar «café» con algún amigo, un fin de semana carente de alicientes mas allá de mantener una casa limpia, realizar comidas saludables y acabar con toda la ropa limpia y planchada.

Aunque esto no es nada especial, es el día a día, trasladado a los últimos días de la semana.

Todavía no he sido capaz de sacar fuerzas para organizar tu armario, intentar que algunos amigos acepten algo de tu ropa, bolsos o zapatos, decidir si mantenerlo o entregarlo a caridad, revisar todas las fotografías que tenemos, digitalizarlas y distribuirlas por carpetas temáticas o temporales. me gustaría muchísimo hacerlo, muchos días me hago a la idea de hacerlo, pero luego no puedo, me digo que es por pereza, que no me dará tiempo, excusas simplemente para no hacerlo, seguramente porque aumentará esa profunda tristeza que me embarga todo el día, posiblemente para evitar el  dolor adicional que implicaría, miedo en definitiva a revivir, reavivar y aumentar todos las emociones que causan tu ausencia.

Nunca me he sentido tan inseguro, tan cansado, tan incompleto… 

Te quiero amor mío, mi niña, mi princesa, mi amor.

Viernes 9 de octubre de 2020

Abrázame mami!!.

Hola princesita, pasa una semana más, otra…

No «pasa» nada, tan solo el tiempo, un tiempo insignificante por sus logros o sus aportaciones, un tiempo perdido casi en la mayor parte, porque, aunque maldito, no todo está vacío de contenido, porque no todo el tiempo se puede considerar siempre malgastado, hay cosas que hacer, hay cosas necesarias que requieren de atención y cariño, de dedicación de minutos exclusivos, incluso algunas veces el tiempo transcurre en un ambiente dulce y agradable, exento de dolor, aunque no de pesar o añoranza.

No sabía que escribirte hoy, pues no he tenido grandes inspiraciones últimamente, pero no esperaba romperme sin mas, derrumbarme de nuevo solo por abrir este cuaderno frío y silencioso, aunque no exento de sentimientos puros y poderosos.

Tu ausencia llena todos los minutos, algunos los desborda y otros apenas los impregna, pero permanece constante, reclamando su espacio, empujando para llegar al frente, ¿y sabes que? siempre lo consigue, algunas veces de refilón, otras atravesando todas las barreras, como un cañonazo, pero siempre consigue aflorar, sin  importar cuando, ni donde, ni importar cómo, siempre agazapado, persistente e ineludible, consigue su objetivo.

Hay días que apenas miro tus imágenes dispersas por todos mis lugares, situadas para que pueda verte siempre, aun así hay días que apenas te veo.  Cuando ocurre y me doy cuenta de haber pasado ante alguna fotografía sin girar la vista, he de desandar mis pasos y dedicarte una larga mirada y pienso en el día en que  te la hiciste, en tu pose habitual de pie adelantado, el peinado que llevabas, en la sonrisa que lucias, miro una y otra vez y dudo que sea cierto, que realmente no pueda volver a verte.

No es que no lo acepte, es simplemente como mirar una gran montaña, es imposible abarcarla con los brazos, contemplarla sin girar la cabeza, calcular su tamaño o su peso, simplemente me es imposible aceptarlo como un hecho real, porque si lo reconociera, quizás, solo quizás, la locura asumiría el control, inundaría mi consciencia y me empujaría al abandono, o quizás simplemente el corazón anula el poder de la mente y rehúye la realidad, como si hubiese otra posibilidad, una esperanza que resta algo de crudeza a la existencia, una ilusión que permite que la vida crezca o al menos permanezca. O, simplemente, no entiendo que ocurre.

La noche ya llega, ya pienso en lo que me aguarda en la oscuridad de nuestra cama, ya casi puedo oírme recitar mi frase talismán, la que pretende ahuyentar el vacío, la ausencia y el dolor, la que te trae inmediatamente a mi cuerpo acurrucado y ansioso, la frase que me consuela y me traslada a un pasado feliz «abrázame mami», la frase que te decía cuando, casi vencido por el sueño, te daba la espalda y quería sentirte mientras caía dulcemente en los brazos de Morfeo. Un dulce y poderoso recuerdo de un pasado perfecto que permanece intacto.

Abrázame mami, mi niña, mi princesa, mi amor.