Una sonrisa, una lágrima. Una lágrima, una sonrisa
¡¡Hola princesita!!, últimamente sueño contigo con mucha frecuencia, no son los sueños que anhelo y espero, en ellos hay rechazo, hay falta de amor, no hay complicidad, en una parte de ellos, nos tratamos como una pareja que ya no disfruta de su mutua compañía, en muchos casos tomamos caminos separados, en otros incluso ni me prestas atención, como si un desconocido fuese para ti.
En todos mis sueños estás enferma, pero no es una enfermedad apreciable como lo que padeciste, pero yo sé que estás enferma y tú también, tu comportamiento es distante, como si previamente te hubiese fallado y ahora quisieras olvidarte de mí, alejándote y tratándome como una presencia ajena a ti.
Son sueños desagradables y que me hacen despertar con amargura, que se mantiene durante horas, y con un sabor extraño en mi boca.
No entiendo este cambio en nuestra relación, tu no has cambiado, así que debo ser yo, supongo que será el reflejo de mi comportamiento y vivencia fuera de la vida onírica, que acaba por impregnar y contaminar mis sueños, esa soledad que me aqueja de forma imperecedera, esa falta de deseo de compañía que asola mi corazón, o quizás es el castigo que me inflijo por pensar que mi única salida es sustituirte por otra compañera, encontrar un repuesto, un reemplazo.
Buscar de nuevo un alma gemela que volviese a ocupar ese vacío que quedó tras tu partida, buscar alguien que quiera escucharme cada día, que provoque nuevos deseos de vivir, alguien que consiga que cada nuevo amanecer sea un día que merezca la pena el esfuerzo de resistirlo, que provoque la necesidad de volver a casa, no para aislarme y volver a mi oscuro rincón, sino para ser recibido con los brazos abiertos, con un beso, con una sonrisa y una caricia.
Esto es lo que desea mi cabeza, pero es algo inaceptable para mi corazón, quizás esa ruptura, esa incoherencia, esta dicotomía, sea la que provoca estos sueños que me castigan el alma, que perturban aun más mi torturada existencia.
Es cierto que deseo intensamente ser recibido con cariño, ser escuchado, ser comprendido, poder entregar todo este amor acumulado y que sea aceptado gustosamente, poder coger una mano o rozar un hombro mientras me siento a comer o ver la tele, sentir un cálido contacto respondido con afecto y sinceridad, que alguien me hable y escuche, me mire con arrobo mientras charlamos de cualquier cosa, lo anhelo tanto como volver a verte, pero, pero no puedo planteármelo, porque no puedo aceptarlo, será la mayor traición que podría cometer, traicionar tu memoria, la fidelidad a una vida juntos.
Yo también sé que no tiene sentido, no se puede traicionar lo que no existe, no se puede ser infiel a alguien a quien ya no pertenecemos, ni ofender a alguien que ya no respira, yo te habría pedido que buscases a un hombre bueno que te acompañase el resto de tu vida, si hubiese estado en tu lugar y tu me habrías dicho algo similar si el dolor y la desesperación no hubiesen ahogado tus ultimas horas, Estoy completamente seguro, pues si hay algo claro es que tu generosidad era infinita y para ti yo siempre estuve por delante de ti en tus prioridades.
Pero eso no es sino otro motivo para intentar mantenerme firme y solo, una ofrenda viva a tu esencia, o al menos eso es lo que no para de decir mi corazón.
Tengo tantas cosas que contar y son tan difíciles de oír, es fácil reunirse con otras personas para compartir risas y buenos momentos, pero en cuanto sueltas una lágrima todo cambia, ¿por qué no somos capaces de aceptar que llorar también es necesario? ¿por qué no podemos ver que es otra expresión liberadora tal como puede ser la risa? ¿por qué da tanto miedo ser sensibles en presencia de los demás? ¿es tan difícil comprender las necesidades de otros cuando de tristeza y dolor se trata?
Creo que tienen el mismo valor las risas que las lágrimas o las lágrimas que las risas, pero no son igualmente aceptadas, todos buscan provocar y compartir la risa, la alegría, pero todos eluden compartir un rato el llanto o la tristeza, ambas cosas unen, ambas cosas liberan, las dos son emociones que necesitan su tiempo y espacio, las dos se pueden dar en soledad y en compañía, aunque esta última opción habitualmente se da cuando se produce una desgracia, cuando la desgracia es reciente, aunque la necesidad permanece a lo largo del tiempo, no es una botella que se vacía y seca de contenido, es más bien una fuente que puede casi secarse en ciertas temporadas, pero que vuelve a fluir caudalosa en otras, sufriendo cambios de flujo pero siendo continuo su fluir a lo largo de muchos años.
Los fines de semana son tristes, son para llorar, aquí en casa, solo, contigo, vaciando un poco el nivel de la fuente, para que el dolor pueda fluir si desbordarse y empaparlo todo, hay que ir liberando poco a poco, de forma sostenida y continuada, para que todo se mantenga estable y aceptable.
Te echo tanto de menos, tu contacto, tu presencia, tu sonrisa, duele tanto saber que no volverá a se r lo que una vez lo fue todo…
Seguiré viviendo en soledad, aun cuando me pasee entre la muchedumbre, aun cuando comparta mi tiempo con otras personas, pues la soledad se ha convertido en otra piel imposible de mudar.
Te quiero mi niña. mi princesa, mi amor!!
