Sábado 13 de marzo de 2021

Yo soy tú.

Hola vida mía, que triste y cruel es la soledad, estar rodeado de personas y que realmente ninguna se halle cerca, poder tocarlas extendiendo la mano, pero inalcanzables emocionalmente.

Perderte es tan imposible de aceptar, tu ausencia es un agujero tan brutal, pero además todo se engrandece y agudiza, cuando nadie oye aquello que quiero transmitir, cuando explico lo que siento y vivo, la culpa y el remordimiento que causa no haber hecho algunas cosas, o no haberlas hecho de distinta forma, que nadie preste oído a esta dura experiencia, que nadie quiera aprender de una experiencia insoportable, que nadie quiera tomar nota y cambiar algo, enmendar alguna situación o tomar consciencia de que lo que a mi me ocurre le puede pasar a cualquiera, que nadie dé importancia alguna a una experiencia tan traumática y posible, tan cercana y viable.

Es horrible presenciar como cada día se toman decisiones que alejan a unas personas de otras, que se toman decisiones que no tienen en cuenta a los seres queridos, que no se valora lo que realmente tiene valor.

Es muy jodido ver tanta estupidez, ver dedicar tanta energía a cosas nimias y que nada aportan, o no dedicar atención a lo mas preciado, por darlo todo por sentado, dar todo por eterno e invariable, por obviar la muerte, como si se fuese invulnerable e inmortal.

Jode mucho tener una sensibilidad exacerbada y que solo sirva para aportar dolor, que a nadie le sirva de ayuda, constatar cada día que esta sabiduría vital no sirve a nadie, ni se usa para algo más que para avivar un sufrimiento ya de por si insoportable.

Es frustrante que todos nos rodeemos de una barrera invisible que oculta todo lo relacionado con la muerte, que huyamos de su mención o evitemos incluirlo en nuestras conversaciones, dándole siempre esquinazo, para no afrontar una realidad cierta y segura, para no tomar decisiones que se salgan de nuestra zona de confort, para no tomar consciencia de lo que hacemos mal, que podríamos corregir aun ahora, pero que implicaría cambio de actitud, de visión, de comportamiento, que conllevaría un esfuerzo y un trabajo extra, quitarnos tiempo para dedicarlo a compartir tareas, a compartir ese tiempo, a dejar de vivirlo en exclusiva bajo nuestro egoísta criterio.

Genera una fuerte sensación de impotencia, saber que todos lo saben, pero que nadie quiere tomar la decisión que todo lo cambiaría, porque representa trabajo, generosidad, entrega y un cambio radical.

Es jodido y muy triste que el egoísmo y el individualismo nos aboquen a ser unos seres destinados al sufrimiento, porque, en la pareja, siempre muere uno antes que el otro, porque el que sobrevive, más si es a edad temprana, debe luchar contra y no por la supervivencia, porque el que queda debe lidiar con sus errores, con sus omisiones, con sus silencios, con lo dicho y con lo jamás pronunciado en voz alta, con lo realizado y lo pendiente, con las promesas no cumplidas, con los deseos no atendidos, con las intenciones no correspondidas, el que vive debe rendir cuentas por todo ello y el subconsciente nunca descansa, nunca olvida, nunca perdona.

Sí, hoy estoy triste por haber vivido todo esto, por haberme convertido en esa persona condenada a pagar por todo ello, estoy triste porque mi causa no ha incidido en una sola persona, porque mi aflicción es única, personal y a nadie atañe ni representa salvo a mí.

Sí, triste y cansado, como siempre, mi nueva esencia, pero doblemente compungido por no haber sabido ver nadie más, que hay otras opciones, que podemos ser mejores, más humanos, más sensibles y amar con más sencillez, tan solo compartiendo, tan solo disfrutando unos de otros, tan solo compartiendo algo de tiempo.

Hoy estoy triste por ti y por mí, amor mío, porque pronto será tu cumpleaños y no podré bromear contigo, ni intentar sorprenderte con algún regalo que despierte tu ilusión y encienda tu sonrisa, porque seguirán pasado fechas en el calendario, que igual serán si fuesen hacia atrás o hacia delante, pues en ningún sentido tiene valor.

Triste una vez más al observar como la vida transcurre aun sin tu presencia, como la vida perdura y persiste a pesar de uno mismo, al margen de nuestros deseos y nuestras necesidades, sin alinear lo biológico y lo emocional.

No llegaré ac comprender jamás como podemos satisfacernos y contentarnos con tener los mejores objetos, cuando lo más hermoso y deseable es vivir al lado de la persona que nos ama.

Hoy, aun triste, me siento agradecido de mi enfermedad, la que nos regaló dos años inesperados y preciosos, la que me mostró el camino y que, con tu ayuda, tuve el suficiente coraje para seguirlo.

Hoy bendigo el derrame cerebral que me postró y que cambió nuestra vida, que me permitió paladear en profundidad el verdadero amor, la verdadera felicidad, enfermedad que me facilitó ver y me mostró en toda su magnificencia a la hermosa mujer que se fijó en mi tantos años atrás, la compañera de habitación de hospital que estuvo presente cada minuto, sin desfallecer un solo instante, durante todo el tiempo de mi hospitalización, la que se aseguró de que mi recuperación fuese viable, la que abandonó y sacrificó todo, dedicando cada esfuerzo, cada aliento, en cuerpo y alma a mi salvación.

Si hay algo que recuerdo y espero jamás olvidar, es el comprobar cada vez que abría los ojos, adormilado y dolorido que siempre estabas allí, al pie de mi cama, día y noche, en todo momento, tres semanas durmiendo en un sillón, tres semanas que no sé ni como te alimentaste, tres semanas lejos de tus hijos, tres semanas sin una sola queja y con un solo y permanente objetivo: Yo.

Quizás no pueda conseguir que nadie cambie en su propio beneficio, pero yo tampoco dejaré de ser aquel en que me convertiste.

Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor.

46 Visitas totales
29 Visitantes únicos
Total Page Visits: 151 - Today Page Visits: 1

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *