Lunes 7 de diciembre de 2020

Hola amor mío, vengo a ti, una vez más, cuando la soledad atenaza mi ser, otra vez, eres la única salida a esta perturbadora soledad, a este silencio, que grita en mi cabeza, que susurra a mis oídos, que no para de decirme que ¿Qué hago yo aun aquí?, este silencio ensordecedor que no hace sino poner de manifiesto la más absoluta soledad que significa vivir sin ti.

El dolor va perdiendo terreno, es la soledad quien se lo arrebata, la soledad arrastra todo lo que existe o podría, quizás, alguna vez existir.

La soledad minimiza todo, le quita color, sabor, emoción, deseo, fuerza, la soledad lo mina todo, lo reduce al fino polvo que pavimenta la garganta del sediento, realza lo malo y empequeñece lo demás, solo me permite un pensamiento.

¿Cómo afrontar un camino tan largo, con este vil compañero?, no es posible, y aun así hay que seguir andando, camina o revienta, o más bien revienta y camina, porque no importa lo que ocurra, el camino hay que transitarlo.

Una vez más lo siento, siento que la negrura de la soledad lo oscurezca todo, siento no ser capaz de aportar algo de luz que la haga retroceder, siento ser tan débil y sucumbir antes que luchar, siento haber sobrevivido, siento cada segundo que ha pasado desde que te fuiste.

Te quiero mi princesita, mi niña, mi amor.

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