Conocimiento e incomprensión
Hola vida mía, hoy he descubierto que cuando necesito llorar vengo a compartir contigo un ratito, escribirte, aun sabiendo que es una conversación unidireccional, crea ficticiamente esa línea contigo que me ayuda a romper barreras y deja que fluya el estrés que se va acumulando día a día, solo dirigirme a ti ya desatasca mis ojos, me oprime el pecho inmediatamente y empieza a dragar y purgar la enfermedad que anida en mí.
Es curioso que, aun no estando presente, ejerzas ese poder de cura y purificación en mí.
Te echo tanto de menos…
Temo tanto lo que aun falta por llegar, ver crecer a tus hijos, ver como aumenta la belleza y la inteligencia de tu hija, como sus vidas se van haciendo, encontrando sus caminos, forjando sus personalidades y tú no puedas estar a mi lado, para acompañarlos, guiarlos y verlos desarrollarse.
¿Cómo podré acompañarlos en sus graduaciones, en sus bodas, en sus bautizos, en sus vidas, con esta gran soledad que me somete, sin tu presencia benefactora?
Me asusta el futuro, no sé si seré lo suficientemente fuerte para afrontarlo como se espera que sea.
Todo es puro engaño, no hay fortaleza en mi vida, todo es fachada, un blanco y opaco revestimiento de normalidad y mirada al frente.
Mañana pasaré a verte un ratito, espero que no llueva, me sentaré a tu lado y, como siempre, me comunicaré contigo a través de la escritura y el llanto. Aquello en lo que nunca creí, se apodera de mí en fechas tan marcadas socialmente, aquella urna no te contiene, tú no moras en aquel espacio estrecho y oscuro y sin embargo debo peregrinar a tan sagrado lugar, intentar una comunión que se puede alcanzar en cualquier lugar y en cualquier momento, pero se acerca la festividad de los difuntos y hay que seguir la tradición, no me quejo, no me importa, pero tú, que me conocías como nadie jamás podrá hacerlo, sabías que estos protocolos sociales no eran nada para mí.
Todo ha adquirido un nuevo sentido, la comprensión ha adquirido otra dimensión, antes desconocida para mí, muchas frases que antes carecían de significado brillan ahora como un mensaje oculto, revelado solo en condiciones especiales, cuando la luz del amanecer del sexto día las ilumina a través del agujero oculto en la cima de la montaña.
Todo me obliga a pensar, a razonar cada palabra, cada acto, cada mirada, cada segundo.
¿Por qué todo el mundo dice que hay que continuar? ¿Por qué es la única vía? ¿por qué no podemos aceptar que cuando el estanque se seca todos los peces mueren?, aunque repoblemos un bosque quemado la vegetación que la sustituye no es la anterior, no se ha recuperado la vida existente, se ha sustituido, su lugar pasa a ocuparlo otra vida parecida, semejante, pero no es la misma, la original se perdió de forma irrecuperable tras la catástrofe.
Comprendo que no sea fácil verlo, imposible sentirlo, pero eso no impide que se cause daño a otro nivel, con la obcecada obsesión de recuperar lo irrecuperable, aunque, ¿Qué hacer entonces? ¿Renunciar a la recuperación? ¿Abandonar ese terreno baldío a la desolación?
No hay decisiones simples, no hay acciones que solo sean beneficiosas, siempre hay daños inesperados o colaterales, quizás la locura sea una buena solución, quizás no.
Yo, solo puedo decirte,
Te quiero mi niña. mi princesa, mi amor.
Ahora, una vez vaciado, agotado e insatisfecho, me voy una vez más, me alejo de ti, dispuesto a derrumbarme en nuestro salón, gastado y roto por la catarsis, consumido por el calor que provoca el dolor y el deseo imposible de satisfacer, anhelando una vez más una mirada tuya, una palabra o una sonrisa, una vez más deseando que otro día más en el paraíso termine cuanto antes, una vez más reconociendo que estoy inmerso en una batalla en la que aún no sé cual es mi bando.

