Miércoles 10 de junio de 2020

Pronto iré a verte

Hola amor mío, mi preciosa niña.

Hoy he querido pasar a verte, estar un rato contigo, escribir algo en tu nueva morada, en este pequeño callejón del olvido.

No he podido pasar, aún no han autorizado la apertura del camposanto, me voy algo mas triste de lo que vine, porque aunque hoy no había nada que celebrar, el que se cumplan 10 meses desde tu partida, era una buena excusa para situarme frente a ti y estar un ratito juntos, compartir unos minutos y garrapatear unas líneas amargas e ininteligibles, pero, aun así, lo deseaba.

Esta maldita pandemia, nos aísla aún más, aumenta más si cabe la distancia que nos separa a ambos lados de la lápida.

Deseo tanto recordar todo lo bueno que vivimos, agradecer cada minuto que me dedicaste, que me hiciste feliz con tu alegría, tu inocencia, tu belleza y tu generosidad.

Noto como se van desvaneciendo esas imágenes que representaban y fijaban todos esos momentos de felicidad y amor, por suerte si que perduran las sensaciones, el pleno convencimiento de que nuestra vida era así, era eso, felicidad y amor, una vida plena, serena y tranquila.

Cambiaste por mi causa, acompasaste tu ritmo al mío, te volviste serena, cotidiana y casera, te satisfacía quedarte en casa, aunque también disfrutabas saliendo, pero ya no era un anhelo como el que tenías en tu juventud, lo hiciste por mí, por ti, quizás por los dos, o simplemente descubriste placer en ello y decidiste vivir así. No lo sé, pero si sé que el resultado fue todo lo que yo deseaba, tu compañía, sin prisas, sin algarabías, sin agobios, estar juntos el máximo tiempo posible, vivir de la mano, como en nuestros largos paseos.  

¡¡¡La vida fue bella, tu compañía lo propiciaba, como podríamos prever que con solo 50 años la abandonarías!!!

Hoy me gustaría celebrar que era martes, que volvía a casa, entrar a la cocina y verte de espaldas preparando la comida y mirando tu concurso preferido en la tele, a veces con una cerveza, pero siempre, siempre alegre, te girabas con brillo en los ojos y una sonrisa en los labios y me decías “papi ¿y mi beso?” con ese tonito petulante que le dabas a tu alegre vocecilla, me encantaba oírte decirlo, lo esperaba, era el saludo perfecto, el puente a la felicidad y provocaba mi respuesta que también era la misma cada día, “será mi beso, porque el beso es para el que llega de trabajar”, acto seguido me acercaba a ti y según tuvieses de ocupadas las manos, te besaba el cuello o la mejilla, donde más te pudiese molestar.

¡¡¡Aquello era algo maravilloso, así daba gusto volver a casa!!!

Te echo tanto de menos, me faltan tantas cosas…

Una vida sin ti no es una vida, pero… Debo seguir, debo honrar tu recuerdo, tu dedicación, tu fortaleza, si tu fuiste capaz de vivir tus últimas semanas sin quejarte, yo ya he agotado mis posibilidades de queja, lo que padeciste y como lo padeciste no se puede calificar de ninguna forma, al menos yo no tengo palabras para describir una entereza y una capacidad de absorción de adversidades como demostraste tener tú.

Debí hacer muchas cosas, que no hice, pensar de otra forma, ser mas valiente y menos iluso, no pude hacerlo, pero ya no hay marcha atrás, he de dejar de lamentarme por ese tipo de cosas, aunque estén acosándome continuamente, tu cogiste las riendas de la situación y fuiste la guía en este tortuoso viaje. Ahora me alegro de que todo terminase, de que mantuvieses la esperanza, no sé hasta cuando, pero quizás (deseo pensarlo) te mantuve engañada hasta la ultima semana, me consuela pensarlo aunque quizás sea una quimera y tu lo tuvieses claro desde mucho antes, pero no diste indicios de desesperación, te comportabas casi con normalidad (como era posible) anhelando recuperar tus labores, haciendo muchas cosas a hurtadillas, peleabas contra esa puta enfermedad, consciente o inconscientemente, pero no soltaste la vida hasta que ella te abandonó.

Hermosa en tu vida y hermosa en tu muerte, eso era tu esencia.

Pronto iré a verte amor mío, aunque tu no puedas verme, aunque yo no pueda verte, aunque no me oigas, aunque no te hable, aunque nuestras miradas no se crucen, pronto iré a verte.

Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor.

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