Domingo 5 de enero de 2025

 

Hola amor mío, un año mas en el paraíso, 1975 días sin tu compañía, una eternidad de soledad.

Nunca pude imaginar que ni el tiempo sería capaz de curar una pérdida tan enorme, ni que más de 170 millones de segundos, transcurridos desde entonces, podrían amortiguar el brutal golpe que recibimos hace ya tanto tiempo y, sin embargo, tan reciente en el alma.

Estoy muy cansado, no puedo más con tanto vacío y soledad, me destroza terminar cada día solo en nuestra cama, iniciar cada nueva mañana en el más absoluto silencio y aislamiento, actuar como un autómata hasta incorporarme al fluir agitado de la vida de los demás, observar como se van las horas entre actuaciones estúpidas y conversaciones sin utilidad alguna, discurrir cada día en medio de una insulsa y falsa agitada actividad, todo es urgente y vital y sin embargo todo lo que me rodea carece de valor, son solo deseos superficiales de gente que no conoce el valor de lo que tiene, que no disfruta de lo mejor que nos da la vida, que se centra en sus compras, en tener la razón en cada fútil conversación, en aparentar ser mas de lo que es, en ser mas y mejor que el de al lado, al menos en apariencia.

Que hastío tener una visión tan clara y notable, pero que no se pueda compartir ni entender.

Todo ello efectos secundarios del daño de la extirpación de la vida, de cercenar el vínculo que todo une y sujeta, de extirpar la capacidad de entregar y recibir amor.

La vida continúa a pesar de que el tiempo se congeló aquel 10 de agosto, a pesar de mis deseos, la naturaleza actuó inevitablemente, con su mayor crudeza y serena crueldad.

Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor