Lunes 2 de octubre de 2023

Hola mi amor, transcurre un nuevo aniversario sin ti, un bonito día que se convierte en un día más, una conmemoración del amor que se degrada a una fecha más del calendario, otro día más en el paraíso.

Siento diariamente el deseo de escribir, de establecer esta pequeña comunión contigo, pero dejo que miles de pequeñas cosas, intranscendentes y carentes de urgencia ocupen mi tiempo y me aparten de ti. A veces pienso que es pereza y otras en cambio miedo a sentarme y pensar exclusivamente en ti.

En mis conversaciones cotidianas conmigo, recuerdo continuamente el libro de Rosa Montero, cuyo título expresa tan bien la sensación que más me embarga: “la ridícula idea de no volver a verte” y me comparo con ella, me veo en sus líneas, pero también me sorprende mucho las diferencias, como que ella abandonase su vivienda habitual, renunciar en un solo acto a todo lo que le recordaba a su marido, ¡Qué valentía! Yo en cambio me aferro a todo lo que era tuyo, atesoro cada prenda, cada objeto, cada abalorio, cada nota manuscrita que encuentro y soy absolutamente incapaz de desprenderme de nada.

Dos maneras, justamente opuestas, de vivir el duelo de una ausencia de la que es imposible recuperarse.

A veces quisiera ser capaz de hacerlo, recoger todo ese legado y archivarlo, dejar espacio para lo que deba venir, borrón y cuenta nueva, pasar página, comenzar de nuevo…

No soy capaz, supongo que será a causa de la edad, creer que a estas alturas encontrar de nuevo oro es imposible, llegar a la conclusión que con estos mimbres ya no se pueden hacer canastos, pensamiento negativo.

Creo que haré una nueva lectura del libro, quizás halle algo nuevo en él, quizás una nueva visión, tal vez una revelación.

Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor.