Jueves 10 de agosto de 2023

Hola vida mía, ¿Cómo pasa el tiempo verdad? 4 años separan las últimas palabras que me dirigiste del día de hoy. No fue una conversación plácida y agradable de pareja, no se produjo en un entorno amable y tranquilo. Fueron palabras difíciles de pronunciar y más difíciles de oír, palabras duras y a la vez sensibles.

Te echo tanto de menos mi amor, siento tanto haberte fallado…

Jamás permitiré que caigas en el olvido, ni mi propia enfermedad podrá sacarte de cada célula de mi cuerpo.

Han pasado 4 años desde tu partida, 4 largos y malditos años de una vida sin ti.

El próximo domingo pasaré a verte.

Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor.

Miércoles 2 de agosto de 2023.

Hola princesita, hace 4 años celebramos por última vez tu santo, aquel día, que te atreviste a salir una vez más, algo que evitabas por una inexplicable vergüenza a mostrar tu cuerpo debilitado y consumido el aspecto que te daba el final cercano de tu enfermedad,  tan diferente al que siempre te esforzabas en mostrar, guapa, coqueta, arreglada y hermosa, ese día decidiste celebrar tu santo, salir al bar más cercano, cenar juntos, con tu hermano y Maria José, solo te quedaban 8 días de vida, solo faltaban 5 para que la esperanza, que todo el tiempo de la enfermedad guió nuestros pasos, se acabara, quizás ya eras consciente de la cercanía de la muerte, quizás quisiste hacernos un último regalo, un regalo precioso e inolvidable, algo para recordar con alegría y que alejase la visión de esos días finales, unas horas de tu compañía, optimista, alegre, sonriente, unas horas de volver a disfrutar de mi verdadera niña, la niña que me enamoró hace tanto tiempo, la que se enamoró de mi y persistió en su empeño durante años hasta conseguir que por fin la viese, ese día, hace hoy 4 años, me hiciste un regalo mucho mejor que el que yo te hice, un regalo que aun disfruto, un regalo que anidó en mi corazón y quedó anclado en mi mente, doy gracias por no haberlo olvidado.

Fue un día bonito, incluso te pusiste para mi la ropa que te regalé, ropa que nunca llegaste a usar mas allá de esa prueba y que días después devolví en la tienda.

Hoy vuelven a brotar lágrimas, no por el daño que aun causa tu ausencia, hoy son lagrimas de agradecimiento y de reconocimiento, hoy veo muchas cosas con una claridad que no era capaz de hallar en medio de la catástrofe, hoy veo tantas cosas que hice mal, frente a tantas otras que tu hiciste de una forma heroica, como era habitual en ti, generosa y entregada.

Nunca podré sentirme satisfecho de lo que hice, pero en cambio me siento orgulloso de que tú siguieses siendo mi niña hasta el último segundo, tan fuerte, con tanto amor y tal capacidad de soportar y absorber el sufrimiento propio y de los demás, tu esencia no mutó durante todo este doloroso proceso y ese es el recuerdo que has dejado impreso permanentemente en mí, volviendo más recurrentes las imágenes de la mujer en su plenitud, de la que siempre estuve locamente enamorado, que las de la mujer postrada por la enfermedad.

Felicidades amor mío.

Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor.