Feliz cumpleaños princesita, tu tercer cumple ausente.
Este vacío permanece, esta ausencia se hace interminable, el dolor infinito y el cansancio permanente.
Vuelvo a pensar mucho en ti, de nuevo la soledad arrasa mis días, recaigo en todo lo que supone tu ausencia, la pasividad, la apatía, el aislamiento…
Una vez más sucumbo a la alienación, me siento desorientado, pierdo el rumbo y soy incapaz de tomar las decisiones que corresponden, de actuar como tu habrías deseado, de continuar.
Sigo mirando tus fotografías, recordando parte de nuestra vida, viendo lo que construimos juntos y me siento extraño, las emociones no terminan de definirse, me invade un desasosiego y una sensación de irrealidad, propias de un golpe en la cabeza, la pérdida de equilibrio, el mareo que provoca no saber en qué posición se halla tu cuerpo, dudar si estoy tumbado o de pie, a veces no estoy seguro de si sufro una pesadilla o estoy despierto, rompo a llorar como en esos sueños tan vívidos, tras los que despierto con el rostro húmedo y el corazón encogido.
Son tan largos este tipo de días… se vuelven a suceder con tanta frecuencia…
A veces me avergüenzo por no sufrirlos, a veces por sentirme bien, pero reconozco que no quiero seguir sumergido en esta pesadilla interminable, aun así no soy capaz de hacer lo correcto, de emprender el camino en la dirección que ya conozco, el camino que me reintroducirá en el fluir natural de la vida, en el gran río de la sociedad, de la inclusión, de la posible plenitud personal.
¿acaso tengo derecho a recuperar eso? ¿es posible renunciar a ello? ¿Qué es lo correcto, lo adecuado, lo aceptable, lo que cualquier otra persona entendería por natural?
Sé la respuesta, pero no quiero oírla, no quiero entenderla, me niego a usar ese conocimiento ¿por qué?
Esta negativa antinatural a la recuperación, esta obstinada reticencia a la sanación, esta oposición terca y tozuda a aceptar esa respuesta me destruye, pero no quiero cambiar, no puedo ¿por qué? Estoy jodidamente dañado, ningún argumento propio o ajeno me sirve, aun reconociendo lo acertado que pueda ser, aun teniendo la certeza absoluta de ser la verdadera respuesta.
Es una enfermedad autoinfligida, no por ello menos dañina, ni menos curable.
Estoy tan cansado…
¿Qué estoy esperando?, ¿Qué estoy buscando?, ¿Qué necesito, que me falta?, si pudiera responder alguna de estas interrogantes… quisiera poder encontrar la solución, hallar el detonante que me permita un cambio sincero y profundo, si encontrase la respuesta ¡podría tener el catalizador de la renovación!
Pero estoy muy cansado, se que me falta algo, interno o externo, un motivo, un objetivo, algo…¿qué?
Feliz cumpleaños mi niña, mi princesa, mi amor.