¡Hola princesita!, se siguen amontonando días de ausencia, días que pasan sin más, sin pena ni gloria, sin oficio ni beneficio, días ninis, días insulsos y huecos.
El tiempo continúa, pero el vacío se mantiene, el que uno aumente no hace que el otro disminuya.
El tiempo todo lo cura, este dicho no es demasiado acertado, mas bien el tiempo todo desgasta, ya que con su paso se desvirtúan las sensaciones, se suaviza el dolor, se difumina el contorno de ese vacío, se suaviza la pendiente que es afrontar cada día, no hay cura, aunque si una mitigación de todo el daño que sigo sufriendo.
Hay días que ese dolor remite más, pero se equilibra con otros que llegan virulentos, con recuerdos o vivencias que reavivan con crudeza las sensaciones de los primeros meses, esos meses en que la oscuridad ocupaba todo mi tiempo y acompañaba cada respiración que forzaba la vida.
Ya no hay desesperación, solo desánimo, apatía y un hambre insaciable de compañia y comprensión, pero es algo que escasamente puedo conseguir, soy incapaz de comunicarme, es una puerta que parece haberse entornado, dejando apenas una ranura por la que entra algo de aire, el indispensable para no parecer un zombi, pero insuficiente para entablar vínculos profundos, saciantes y duraderos.
¿Soy yo o es mi situación? Quizás ambas cosas, quizás ninguna.
Últimamente lo intento, “pongo de mi parte”, es una tarea que me obligo a realizar, pero me falta destreza y convicción, sigo intentándolo y a veces recibo gratas sorpresas, consigo ser esa persona que fui hace tiempo, una pequeña sombra, un pequeño reflejo, pero es agradable y recibe su compensación.
Debo seguir trabajando en ello, ahora al menos me doy permiso para intentar relacionarme, ahora puedo buscar nuevas relaciones, buscar y tantear nuevos círculos que me iluminen y hagan retroceder mi oscuridad.
Es gratificante y vigorizante recuperar la confianza en las personas, conocer gente que, en contra de mis pesimistas predicciones, es genial, es simpática, agradable, amable e incluso cariñosa, me hacen sentir uno más y eso es algo que no esperaba conseguir.
¿Ha sido suerte?, ¿casualidad? O quizás la gente no es tan mezquina como en los últimos años he llegado a pensar.
Te echo tanto de menos…
Es tan difícil seguir este camino sin guía, sin señales, sin marca alguna que identifique mi destino…
Hoy estoy algo triste, pero… qué día no es así ¿verdad?
Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor.
