Sábado 23 de abril de 2022

 

 

Hola princesita, un finde más en el paraíso, un día más cargado de duras decepciones.

Hoy, si no tuviese tantas cargas, me habría ido contigo a pesar del miedo que me da hacerlo, hoy lo habría hecho sin dudarlo un momento, una rápida decisión y juntos de nuevo para siempre.

Es tan terrible que este cariño y este amor que sigue generando mi cuerpo, mi ser, no pueda ser entregado, ni compartido, ni tan solo aceptado y casi siempre sea rechazado, esto no es algo que pueda dejar de hacer voluntariamente y al final se acumula y se emponzoña, se envilece, se pudre y me lleva a la desesperación, al odio, a una mayor y mas amarga soledad, me hace desear la violencia, obligar a todo el mundo a verme, a sentirme, a aceptarme a las bravas, desata en mi la inquina y la ira, pero a la vez mata aun más lo que ya está moribundo, ¿tan difícil es ver que alguien se muere si no lo diagnostica un médico?

Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor.

Domingo 17 de abril de 2022

Hola princesita, está mañana me puse a lavar el coche, como tantas veces hacíamos los domingos, cuando éramos jóvenes, allá en la cochera del obispado o, cuando ya no lo éramos tanto, aquí en nuestra casa.

Recordaba cómo era ir el domingo a tu casa y pasar toda la mañana, juntos, limpiando nuestro coche, esto precisamente me ha llamado poderosamente la atención, porque esta mañana me di cuenta, una vez más, de lo potente que ha sido nuestra relación, esta mañana he sido consciente por primera vez que tanto la moto como el coche, que compré mientras tu estudiabas o buscabas trabajo, siempre lo reconocimos como algo nuestro, siempre hablamos de nuestra moto o nuestro coche, no recuerdo que jamás hablase de ellos como algo mío.

Durante todos los años que hemos estado juntos, como novios o como pareja no había propiedades de uno u otro, todo lo compartimos, usamos y vivimos como algo común, todo nos pertenecía a los dos, jamás pensamos que lo que se compraba con mi sueldo era mío, nunca tuvimos una conversación sobre propiedades, ni una sola vez nos echamos en cara el haber aportado algo a nuestra vida juntos, nunca hicimos balance de aportaciones, para qué ¿verdad?, todo era el resultado, de nuestra unión, todo se hacía para los dos, todo se adquiría para uso indistinto por cualquiera de nosotros.

Ahora veo tan natural ese pensamiento único, como única era nuestra existencia, como un único ser que éramos juntos, ciertamente desde que me enamoraste ya no hubo un Pablo y una Mari Ángeles, ya siempre fue un nosotros, ya no hubo dos personas, todo se contrajo en un solo ser, un ente indiviso.

Qué raro es pensar en esto en una época en la que cada uno tiene una cuenta bancaria, donde cada uno tiene a su nombre sus propiedades y se hace separación de bienes, por lo que pueda ocurrir, donde cada uno aporta una parte de sus ingresos y el resto los conserva para sí mismo.

Que extraño pensar de esa forma preventiva, estar preparado por si falla el amor, ciertamente que llamativo es empezar una vida juntos, partiendo de la base de que cada uno tiene sus cosas al margen del otro, justamente cuando estás dispuesto a compartir lo más íntimo y lo mas importante que se puede poseer o entregar: la vida.

Para nosotros no hubo un mío o tuyo, para ninguna de nuestras posesiones, nunca llevamos registro del origen de nuestras cosas, nunca fueron necesarios permisos para disponer del dinero que había en nuestras cuentas, ni fiscalización o control de lo que se hacía con ese dinero, no importaba la procedencia, tu nómina y la mía iban a la misma cuenta, independientemente de la cuantía de cada una, había una confianza plena que iba mucho más allá de lo material o terrenal.

Fue una vida enmarcada por la confianza, el amor, con certezas absolutas, nunca dudamos que era una elección de por vida, nunca pasó por nuestras cabezas que podríamos tener una vida distinta, una vida separados, una vida en la que no estuviera el otro, quizás fue nuestra mayor constante, saber que lo que empezamos a los 20 años sería para toda nuestra vida, como finalmente ha ocurrido.

Te quiero mi niña, mi princesita, mi amor.