Viernes 12 de noviembre de 2021

Hola preciosa, he de esperar un poco antes de meterme en el gym, ya sabes, terminar la digestión para poder aguantar lo que venga.

He dejado el robot trabajando, así que puedo dedicar unos minutos a contarte como está siendo la semana, no porque haya ocurrido nada en especial, sino porque creo que estamos juntos poco tiempo, estoy dándole vueltas a ver como corregir esta situación.

He estado viendo cuadernos de tipo diario y libros en blanco y creo que ese será el camino, ahora mismo va en cabeza una agenda de restaurante que es discreta, elegante y tiene las paginas fechadas, dos paginas por día, la he visto un par de veces en El Corte Inglés, es un pelín cara, pero si se pone a tiro en las próximas semanas, será un canal genial para fortalecer nuestra relación.

El invierno, con los días tan cortos, será de recogimiento, así que pasando tantas horas en casa habrá que gestionarlas bien, para no volverme otra vez un viejo gruñón.

Dejaré las horas de luz para las labores de casa y el resto de la tarde lo dedicaré un rato a la escritura y otro al ejercicio, tampoco son tantas horas, pues la cocina lleva un buen rato, apenas 4,5 horas para distribuir entre las 3 ocupaciones, ama de casa, deportista y escritor enamorado.

La semana ha sido, como casi siempre, intensa pero tranquila, esta paz y calma que me invaden me mantienen en un constante trance de tolerancia y empatía, lo que me permite convivir en cierta armonía con los que me rodean.

Es curioso, pues es una sensación apenas apreciable, solo a veces lo percibo, mas bien como una ralentización del tiempo y las acciones, como si fuesen mas lentas y menos urgentes, se hace el mismo trabajo, pero sin sensaciones de agobio o premura, a pesar de que siempre lo hay, ya sabes como es este trabajo, exigente y urgente, pero a pesar de ello, incluso ahora mientras escribo, el tiempo carece de cuerpo, de valor, se ausenta y deja de afectarme, como si transcurriese en otro plano

Si no fuese por el hambre que paso a casi cada hora no sabría ni la hora en la que vivo.

De todas formas, es una sensación agradable, ayuda a continuar, estabiliza las emociones y redondea sus aristas, tiene una capacidad relajante o quien sabe, quizás sea al revés, he conseguido relajarme y la consecuencia directa haya sido alcanzar esta paz que intento describirte.

Jiji, mis paradojas y yo, ambos incomprensibles, ambos indefinibles.

Bueno, es viernes, estamos todos en casa, bueno todos en la ciudad, pero eso me consuela, saber que están cerca, aunque no los vea, también aporta una tranquilidad preciosa.

El día pronto terminará, un día más en el paraíso, un día más sin ti, te echo mucho de menos, noto mucho la falta de todo lo que tu me dabas, algunas cosas son necesarias para vivir o sobrevivir, pero otras son prescindibles, aunque hermosas si se tienen, pero cierto es que prácticamente lo he perdido todo, ahora que el dolor ha cambiado de estado, se dejan ver esas carencias, se dejan añorar y ocupan parte de mis pensamientos, quitándote presencia y reclamando atención.

La verdad no les hago apenas caso durante el día, pero cuando éste toca a su fin surgen como pájaros nocturnos, haciendo presa en mi y anidando en mi cabeza, son otro tipo de dolor que viene a compensar o sustituir el que se ha movido o cambiado.

Pero es un mal menor, es algo asumible y controlable, si puedes controlar el hambre y la ira, puedes llegar a controlar casi todo.

Este nuevo yo, tan distinto del visceral yo anterior, tolera mejor esta triste existencia que se ha establecido de forma permanente, vuelve a ser una sensación extraña, una sensación de vivir prestado, de gastar un tiempo que no me corresponde, por lo que haga lo que haga con él afecta en menor medida, es menos intenso, menos colorido, menos vívido.

Ya son las 18.00h, una buena hora para sudar un poco. Te dejo pues, con la firme promesa de volver mañana, espero no olvidarlo.

Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor.

 

Domingo 7 de noviembre de 2021

 

Hola vida mía, he estado pensando todo el día, en contarte “mi gran hazaña” de ayer, le doy vueltas tanto al hecho en sí, como a los motivos que me han llevado a realizarla.

Ayer me propuse correr 10 km, una distancia para mí impensable cuando tu vivías, en cambio hoy, tras solo 7 días de entrenamiento, lo he conseguido con bastante menos esfuerzo del esperado.

Cierto es que no es un hecho aislado, hay mas factores que han propiciado alcanzar dicho objetivo, seguramente si no hubiese perdido la 10-12 kg. que he adelgazo este año, no lo habría conseguido, de la misma manera que de no haber estado haciendo ejercicio con cierta frecuencia, tampoco hubiese tenido la fortaleza física y mental de soportarlo, por último, jamás habría tenido el tiempo necesario para dedicarlo a este “objetivo” y los mencionados preparativos, si tu aun vivieses.

En definitiva, ayer me sentía orgulloso de mi logro y triste en no menor medida, porque no pudiste contemplarlo ni compartirlo conmigo, porque realmente esto es otra consecuencia directa más de tu muerte.

Ha habido tantos cambios y mutaciones causadas por tu muerte… me resulta casi imposible encontrarme en mi yo actual, somos dos personas distintas, es más, cada vez hay mas diferencias entre el que fui y el que soy y/o llegaré a ser.

Últimamente me encuentro en paz, conmigo y con todos, la ira y el odio me han abandonado por completo, aunque eso no signifique que aquellos a los que no tolero ahora sean tolerados o desee su presencia, no, eso no ha cambiado, ese sentir permanece, pero ya no me molesta su simple existencia, simplemente los esquivo, igual que se esquiva un charco un día de lluvia o una caca de perro en un tranquilo paseo.

Pero ya no me molestan los comportamientos o acciones que veo alrededor y que antes habría entendido ofensivos y me hubiesen hecho pensar con violencia y diseñar actos revanchistas, no, eso ya no ocurre, no se desde cuándo, me di cuenta hace apenas unos días, podría decirte que me alegró concienciarme de ello, pero tampoco fue una de mis mayores revelaciones.

Supongo que posiblemente esa sea la fuente de mi nuevo estado de paz, o simplemente solo sea haber subido un par de grados mi nivel de apatía. Aunque también podría ser la sinceridad con la que me estoy tratando recientemente, creo que ya apenas me miento, noto cierto nivel elevado de crudeza cuando hablo conmigo, veo la desnuda realidad reflejada en esas conversaciones internas que mantengo  en mis muchas horas de soledad, he notado como ahora susurro mis pensamientos en mis oídos sin artificio ni floritura alguna, ya no adorno las ideas y pensamientos que me asaltan continuamente, mis necesidades y deseos han quedado expuestos a la luz  sol, tal y como son, sin subterfugios ni camuflados en bienes mayores.

Supongo que no puedo hallar una sola causa para esta paz, sosiego, parsimonia, apatía, tranquilidad o estado de equilibrio en el que me encuentro estos días, o quizás si, porque también siento con frecuencia que he aceptado el fin de nuestras vidas, he aceptado que todo terminó y este tiempo de descuento, a diferencia del futbol, no servirá para cambiar el resultado, no es un tiempo añadido para determinar la situación, para seleccionar el ganador, quizás sea eso, quizás la aceptación de lo inevitable tenga esa efecto pacificador, saber que la lucha terminó puede que sea lo que aporte descanso al espíritu, aunque quede mucho trabajo aun por delante, apagar, limpiar, despejar, restaurar, curar, entender, perdonar…

O quizás solo esté agotado, cansado y sin fuerzas para seguir odiando y luchando, renegando y despreciando, sin fuerzas ya para lamentar la suerte otorgada.

Sí, podría ser cualquiera de todas estas situaciones, o un poco de cada, o una combinación de algunas de ellas, poco importa, el resultado parece ser el final lógico de tanto sufrimiento y padecer, pues todo se agota, consume o acaba transformándose.

Te echo de menos y eso no cambia, te tengo presente todo el día, hago todo lo que tu hacías y no me importa, ahora lo aprecio, lo veo como algo hermoso en el fin que persigue, en el honorable acto de realizarlo, en la generosidad de su realización sin contraprestación abierta o apreciable, en lo altruista de no esperar nada (absolutamente nada) por hacerlo, sí, yo te he sustituido para los demás, una gran parte de lo que eras para todos nosotros ahora lo soy yo, pero para mí no tienes sustitución posible, yo he vaciado una parte de mí mismo para hacerte espacio y ocupes algo de mi cuerpo para los demás, pero sigo estando aquí y esa parte que aun queda de mí, la que no has podido sustituir es la mas débil, la que mas necesidades tiene, la que no sabe vivir sin ti, sin amor, sin contacto, sin compañía y afecto, esto hace que esa añoranza no pueda mermar, al contrario toda esta insatisfacción se hace mas patente y aumenta con cada día que pasa.

La paradoja de mi tiempo me doblega, los días son largos para vivirlos, pero cortos para cumplir con todos los cometidos que hay que cumplir, deseo pasar todo el día durmiendo, para que los días se deslicen ante mi en un suspiro, pero en cambio no puedo ni descansar tras la comida, debo seguir avanzando cosas y dedicando el tiempo necesario a todos, incluso a mí, ahora demando más tiempo que antes, ahora necesito hablar conmigo mucho mas tiempo, ahora me marco metas personales, ya no me basta con aguantar entero hasta caer en la cama, el día he de dividirlo en franjas de actividad y yo ya estoy incluido en una de ellas, con mis metas, para que esa franja sea necesaria, para que esa asignación este obligada a respetarla.

Sigo cansado, de todo y nada en particular, vivir agota y desgasta, pero vivir en contra de tu voluntad es desolador y aterrador. Me esfuerzo por parecer feliz, algunas veces incluso por serlo, me intento acercar a los demás, compartir mi tiempo con más personas, intento rechazar menos encuentros, pero es duro cargar aun con esta pesada máscara, mantener una actitud ficticia requiere concentración y esfuerzo, a mi me faltan ambas cosas pero sigo intentándolo, quizás a fuerza de provocar la situación pueda convertirla en real, creo que ahora no estoy cerrado a la felicidad tras tu muerte, pienso algunas veces que puedo alcanzar cierta “normalidad” sin ofender tu memoria, aunque no sea capaz de realizar acciones concretas en aras de conseguirlo, más allá de al menos no poner barreras para ello.

Estoy pensando en llevar un diario desde primero de año, puede que transcribiendo mis pensamientos al papel provoque cambios inesperados y positivos en mí, también por miedo a dejar de hablarte, ya que cada vez espacio más nuestros ratitos de charla, así me obligaré a hacerlo continuamente, me da miedo que pueda llegar algún día en el que no piense en ti o llegue alguna noche en que olvide decirte que te quiero, de alguna forma debo perpetuar tu existencia real, tu presencia, continuar nuestra relación.

Esta semana no he comprado lotería así que mañana lunes de nuevo a trabajar en la oficina. Saldré por la tarde con el objetivo de hacerlo y confiar en “mi buena fortuna”.

Ahora voy a vestir de invierno la cocina, voy a sacar y limpiar la tarima, poner una base y preparar el radiador, el invierno ya está aquí y los días ya son cortos y fríos, el inicio de una nueva etapa oscura y triste.

Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor.