Sábado 11 de septiembre de 2021

Hola princesita, hace tiempo que no paso por aquí, ya sabes que no es porque me haya olvidado de ti, simplemente ya tengo poco que decirte, al margen de los largos pensamientos que a diario te dedico.

La vida se ha vuelto algo cotidiano, ¡¡¡como si pudiese ser de otra forma!!!, en el sentido de que todo es predecible, de que no hay aventura, riesgo, ni pasión, los días se suceden sin nada que los diferencie emocionalmente.

Todo en mi se sigue ralentizando, me he vuelto mas parsimonioso, tranquilo y paciente, no ha sido algo voluntario o consciente, simplemente ha ocurrido, supongo que, como consecuencia de lo anterior, para que correr si no voy a ningún sitio, no puede existir pasión si no hay nada que la desate, de la misma forma que no puede haber aventura en una vida sin expectativas, ni propósito.

Casi nada tiene importancia para mí, más allá de cumplir con un deber, una obligación, hacer cualquier cosa por ayudar, o simplemente por no molestar o perjudicar a nadie.

Es curioso, como muchas actividades que nunca me han gustado, ni he acometido jamás de buen talante, ahora las hago sin pesar o molestia alguna, todo se ha vuelto del mismo color y sabor, por lo que cualquier trabajo representa el mismo esfuerzo y requiere por mi parte la misma implicación y energía.

Los días ya se van acortando, pero ahora temo cuando esta luminosidad desaparezca, cuando esta luz que esconde las sombras de mi alma deje de mantenerlas a raya y éstas vuelvan a crecer y ocupar su doloroso lugar, me da miedo pensar en los días mas sombríos que se cernirán pronto sobre mí, espero que la transición sea lenta para que pueda prepararme.

Antes me gustaba el invierno, nos acercaba, nos volvía hogareños, nos ofrecía oportunidades de mayor contacto físico, el frío nos hacia abrazarnos con mucha frecuencia, nos obligaba a mantenernos pegados el uno al otro en un contacto plácido y prolongado

Recuerdo con tanta emoción como cada noche yo que me acostaba antes, lo hacía en tu lado de la cama, para que cuando llegases resoplando y tiritando encontrases unas sabanas cálidas y te arrimases a mi intentando robarme el calor que yo ya había acumulado esperándote.

Sí, era in ritual precioso, que siempre nos arrancaba una sonrisa y alguna caricia.

Pronto empezaré a añorarlo de nuevo, pronto empezaré a recordar con dolor esos momentos.

Esta vida sin objetivos me ofrece muy poco, sé que es una decisión mía, sé que soy yo quien levanta barreras a mi alrededor, sé de sobra que yo impido mi curación, sé igualmente que ya me he acostumbrado a ser un desdichado, pero lo que no sé es que pasaría si derribase todos esos muros, que ocurriría si comprobase que tras tu muerte hay vida, hay deseo, hay placer, hay buenos momentos, no sé que ocurría si lo hiciera y fuera consciente de todo ello, no sé como me sentiría, no sé cómo reaccionaría.

Muchas veces me sorprendo en un estado de ensoñación, durante el que pienso las cosas que haría ahora, con lo que he aprendido, con la de cosas que ahora reconozco haber hecho mal, con el profundo conocimiento que acumulo, ahora que comprendo cómo debería haberme comportado contigo estos más de 30 años juntos, me sorprendo pensando y planificando una nueva persona, más perfecta, más humana, más cercana y empática, un buen compañero.

Sí, sorprende que mi propia mente se atreva a secuéstrame para mostrarme todas estas opciones, todas estas alternativas, todas estas posibilidades que yo me niego a ver y reconocer y aparto de mi camino voluntariamente.

Es una lucha interna entre lo que necesito y lo que creo correcto, una lucha sin sentido pero que no cesa.

Tanto conocimiento y no puedo usarlo…

Me he convertido en una persona dividida, en dos personas distintas en un solo cuerpo, en continuo conflicto para imponer las directrices a seguir el resto de mi vida.

Una lucha en la que aún no sé quién o qué se está imponiendo.

Me sienta bien decirte todas estas cosas que merodean los confines de mi pensamiento, que no se pueden expresar en voz alta, que tanto esfuerzo requiere para retener en la periferia de mi día a día, escribir sana un poco esta llaga purulenta que es mi cabeza.

Necesito tantas cosas.

Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor.