Una huida continuada.
¡Hola vida mía!
Que difícil se me va haciendo sentarme frente a ti, a pesar de ver todos los días tus fotografías, distribuidas por toda la casa, verte frente a mí, sonriendo y mirándome a los ojos mientras escribo, me perturba, me causa desazón y una extraña sensación difícil de identificar.
Tengo tantas cosas que contarte, pero se tarda tanto en hacerlo, en ordenar mis pensamientos, en buscar las palabras, en ser lo más fiel posible…
Sabes que siempre me gustó escribir, aunque jamás tuve talento para algo mas que una carta, un poema o una canción de amor desesperada; siempre he buscado enriquecer mi vocabulario, para mejorar mi expresión y no repetir las mismas palabras una y otra vez, pero describir lo que uno siente, eso es especialmente complicado, hay que tener una lucidez de la que yo carezco.
Ayer, no recuerdo exactamente que estaba haciendo, es curioso, me envié un mensaje para recordármelo, pero ya olvidé el contexto, pensé que me encuentro en una eterna huida, como un fugitivo, siempre agazapado, manteniendo el anonimato, permaneciendo al margen de todos y todo, sin crear o entrar en conflictos, hubo un momento que identifiqué perfectamente mi actitud actual, una actitud de huida, de escape, de poner la otra mejilla y seguir hacia delante.
Inmediatamente tomé mi primera decisión para cambiar eso, decidí, no se si para mucho tiempo, dejar de huir, pararme, girarme y plantar cara, tomé mi primera decisión y actué sin vacilación.
Después de contarte tantas veces que no mantengo mis decisiones, no hay muchas esperanzas de que pueda sostener el cambio de rumbo el tiempo suficiente para conseguir algún cambio notable, pero te lo cuento y así quizás sea capaz de adquirir firmemente el compromiso y mantenerlo, aunque no sea constante.
Quizás ahora permita más cambios, la rotundidad de tu marcha ya no admite discusión alguna, creo que mi mente ya lo va asimilando, lo vemos de una forma distinta, menos cruenta, aunque igual de triste, el filo del dolor se embota y golpea, pero no corta.
Este cambio parece que afloja la presión interna que siempre me embarga y sobrecoge, que me impide ver opciones o tomar decisiones, parece que este debilitamiento deja circular más la vida por mis venas, una vida gris y nublada, pero quién sabe en que puede desembocar, no por acción, pero tal vez sí por omisión.
Los días son demasiado largos y calurosos, esto impide mi intensa actividad diaria, pues me resta mucha energía y me obliga a permanecer protegido del calor que tanto he odiado siempre y que ahora añade un componente mental al desgaste físico.
Pienso mucho en la persona que soy ahora, ayer me reprendía, por cuasi sacar un lado positivo a tu muerte, es obvio y rotundo que no hay absolutamente nada bueno o positivo en tu muerte, el cambio que tu partida ha provocado en mí, no es algo bueno o malo, tan solo es una mutación más, una evolución, una adaptación, la necesidad agudiza el ingenio y tu ausencia me arroja al primer plano, hay que cubrir todo aquello que tú hacías y no hay más candidatos, así que me he adaptado y te he tomado el relevo.
Pero al margen de esto, también pensaba que si puedo ser esta persona ahora, también podría haberlo sido estando tu viva, de haberlo hecho antes, habríamos disfrutado mucho más, te habrías sentido muy orgullosa de mi y yo habría flipado con tus sonrisas y caras de asombro y satisfacción, ahora no aporta ningún tipo de satisfacción u orgullo, porque no ha sido un cambio pretendido, voluntario o altruista, ha sido una imposición y en muchos casos una egoísta elección, por el simple hecho de ocupar mi tiempo y alimentar mi victimización por la gran pérdida sufrida, algo más que sumar para desatar compasión en los demás.
Tengo tanta necesidad de hablar contigo, de estar juntos unos minutos, de pasear juntos, de cogernos de la mano y charlar de cosas intrascendentes, como cuando íbamos o volvíamos dal gimnasio, me gustaría tanto recuperar esos largos paseos…
Creí que hoy no lloraría, pero es irremediable, cada vez estoy más viejo y débil.
Te quiero mi niña, mi princesita, mi amor.
