Martes 16 de marzo de 2021

¡¡Todos somos héroes!!, pero es mentira.

 

Hola vida mía, el día por fin termina, un día que poco tiene que añadir a lo ya vivido, un día del que podríamos prescindir sin que afecte a la historia en la que está incluido, simplemente un día más en el paraíso.

Como otras veces, algo me dice que se ha vuelto algo más que habitual, mientras me duchaba, mi nuevo lugar para pensar, recordando una vez más las muchas veces que compartimos este acto, demasiadas desde que tu enfermedad se mostró virulenta y dominante en nuestras vidas, rememorando como era necesario que yo te lavase mientras tu pacientemente hacías como si no pasase nada, como si fuese lo mas natural del mundo, restando importancia a tu incapacidad de asearte sola, mostrándote fuerte ante tu debilidad, una vez más mientras esos recuerdos dulces  y amargos sustraen mi mente, caigo en el trance del análisis de lo cotidiano, en el análisis de las mentiras que nos rodean, o que así al menos interpreto yo.

Sí, mentiras, porque nos encanta dotar de fantasía y grandeza a todo lo que nos ocurre o hacemos, porque no podemos asumir que no controlamos nuestras vidas, porque no queremos reconocer que cuando perdemos la batalla crucial y ya solo queda el despojo en que ese resultado nos convierte, en ese momento dejamos de tener el control, las decisiones dejan de ser en gran parte conscientes, es ahí, cuando estamos postrados y derrotados, cuando el heroísmo hace aparición, cuando decidimos levantarnos y plantar cara de nuevo, con lo que haya quedado, con o sin armas, con o sin fuerzas, pero nos levantamos y elevamos el rostro con altivez, con orgullo y enarbolamos de nuevo nuestra bandera, con nuevas energías que pretendíamos olvidadas, que glorioso, que heroico, pero que falso.

Sí, es un bonito cuento de caballería, de príncipes y princesas, de causas perdidas y paladines, pero solo eso, porque no somos nosotros los que plantamos cara, los que sujetamos la alabarda que nos permite ponernos de pie, los que elevan el rostro y sonríen con fiereza, no, no somos nosotros, es el instinto de supervivencia, algo atávico que, tras la derrota, toma el control y empieza a rasgar nuestra nueva realidad con sus afiladas garras, busca fisuras y lucha por salir de nuestro interior,  localiza cualquier atisbo de distracción, de placer, de no sufrimiento al menos y lo convierte en nuestro nuevo objetivo, sustituye lo que hemos perdido, lo disfraza, lo engalana y lo hace atractivo, nos lo vende como una decisión valiente, épica, nos la vende como un buen vendedor a domicilio, como la mejor enciclopedia del mundo, la que resolverá todas nuestras dudas, la que contestará todas nuestras preguntas presentes y futuras, pero es solo una ilusión, el instinto sabe que teclas pulsar y donde enfocar nuestra triste mirada, si ve que mientras hacías un dibujo te distraías, te dirá que eres bueno, que es una idea genial, que servirá para rendir tributo, que es el camino correcto, que la lucha empieza ahí que has tomado por fin la decisión adecuada, si te esfuerzas en el trabajo, te dirá que devolverás a la sociedad lo que ella te entregó previamente, que siendo un buen trabajador contribuyes, que los esfuerzos y energías que vuelcas en el trabajo está justificados, que continúes por ahí con renovadas fuerzas, si haces deporte te alentará y voceará, te dirá que está orgulloso/a de ti, que tu fortaleza es sobrehumana, que tu capacidad de enfrentarte a la adversidad es gloriosa.

Sí, es cierto, no somos héroes, solo somos marionetas de algo que no comprendemos, algo que ya regía nuestras vidas antes de que fuésemos capaces de comunicarnos con nuestros semejantes con palabras, algo que ya nos protegía antes de que el intelecto fuese insuflado en nuestras vidas.

Sí, tras la catástrofe perdemos el control, pero el piloto automático siempre está vigilante, siempre al acecho, el instinto de supervivencia no permitirá que abandonemos los mandos durante demasiado tiempo, dejará que caigas un tiempo, que planees, que flirtees con la desgracia, que te compadezcas hasta el vómito, pero antes del brutal choque encontrará como aferrar los mandos de nuevo y corregir poco a poco la situación, irá metiendo pequeños estímulos, mínimas variaciones en tu conducta, pequeños deseos que no son pecaminosos, una comida fuera de lo normal, una tableta de chocolate, un helado, un paseo en un día espléndido, una llamada agradable, una lectura afortunada, poco a poco irá jalonando nuestra existencia con placeres pequeños, casi irreconocibles, pero que como el agua en las rocas, tras su congelación y descongelación irá ampliando la brecha, milímetro a milímetro, mes a mes, hasta que un día te levantas deseando hacer algo, estas comiendo y te sorprendes planificando el día o la semana, inesperadamente te oyes tarareando una canción y pidiéndole a Alexa que te ponga otra, te ríes de nuevo viendo Friends y sin darte cuenta ya tienes un objetivo en mente, un objetivo que aporta una pseudo-felicidad, que coño sin pseudo, un objetivo que te hace feliz, que mueve tus piernas y te obliga a hacer cada día algo, ese algo que se convierte en tu salvación, ese algo que vemos en los telediarios, en las historias felices que ponen entre informes de muertos por COVID y peleas entre políticos corruptos, gente diciendo que el deporte, la escritura, volver a caminar, o cualquier otro logro, ha sido su salvación, que esas aspiraciones los han mantenido a flote, les han ayudad a superar su desgracia, los han vuelto resilientes, que bello es vivir!!!, pero realmente ¿Cuánta parte hemos tenido en esas decisiones? ¿Qué parte es voluntaria y que parte susurrada a nuestros oídos en la oscuridad mas profunda por nuestro instinto?

¿Qué locura verdad?, ciertamente es la locura de una mente enferma, la mía.

Habríamos podido discutir mucho sobre este asunto, pero está claro que antes no teníamos la experiencia que ahora nos dota de una distinta visión, jamás fuimos unos desgraciados, poco tiempo fuimos infelices, nunca sufrimos algo perverso de forma permanente como ahora, ciertamente esta conversación no habría surgido fácilmente en nuestro vivir cotidiano.

No, es necesario caer en desgracia para abordar ciertas discusiones, antes imposibles de vislumbrar

Te quiero Mari Ángeles, mi niña, mi princesa, mi amor.

 

 

16 de marzo de 2021

Feliz cumpleaños princesita!!!

Hola vida mía, hoy habrías cumplido 52 preciosos años, en un ratito estaré contigo para conmemorar juntos esta fecha que nunca llegará.

Te quiero mi niña. mi princesa, mi amor.

Sábado 13 de marzo de 2021

Yo soy tú.

Hola vida mía, que triste y cruel es la soledad, estar rodeado de personas y que realmente ninguna se halle cerca, poder tocarlas extendiendo la mano, pero inalcanzables emocionalmente.

Perderte es tan imposible de aceptar, tu ausencia es un agujero tan brutal, pero además todo se engrandece y agudiza, cuando nadie oye aquello que quiero transmitir, cuando explico lo que siento y vivo, la culpa y el remordimiento que causa no haber hecho algunas cosas, o no haberlas hecho de distinta forma, que nadie preste oído a esta dura experiencia, que nadie quiera aprender de una experiencia insoportable, que nadie quiera tomar nota y cambiar algo, enmendar alguna situación o tomar consciencia de que lo que a mi me ocurre le puede pasar a cualquiera, que nadie dé importancia alguna a una experiencia tan traumática y posible, tan cercana y viable.

Es horrible presenciar como cada día se toman decisiones que alejan a unas personas de otras, que se toman decisiones que no tienen en cuenta a los seres queridos, que no se valora lo que realmente tiene valor.

Es muy jodido ver tanta estupidez, ver dedicar tanta energía a cosas nimias y que nada aportan, o no dedicar atención a lo mas preciado, por darlo todo por sentado, dar todo por eterno e invariable, por obviar la muerte, como si se fuese invulnerable e inmortal.

Jode mucho tener una sensibilidad exacerbada y que solo sirva para aportar dolor, que a nadie le sirva de ayuda, constatar cada día que esta sabiduría vital no sirve a nadie, ni se usa para algo más que para avivar un sufrimiento ya de por si insoportable.

Es frustrante que todos nos rodeemos de una barrera invisible que oculta todo lo relacionado con la muerte, que huyamos de su mención o evitemos incluirlo en nuestras conversaciones, dándole siempre esquinazo, para no afrontar una realidad cierta y segura, para no tomar decisiones que se salgan de nuestra zona de confort, para no tomar consciencia de lo que hacemos mal, que podríamos corregir aun ahora, pero que implicaría cambio de actitud, de visión, de comportamiento, que conllevaría un esfuerzo y un trabajo extra, quitarnos tiempo para dedicarlo a compartir tareas, a compartir ese tiempo, a dejar de vivirlo en exclusiva bajo nuestro egoísta criterio.

Genera una fuerte sensación de impotencia, saber que todos lo saben, pero que nadie quiere tomar la decisión que todo lo cambiaría, porque representa trabajo, generosidad, entrega y un cambio radical.

Es jodido y muy triste que el egoísmo y el individualismo nos aboquen a ser unos seres destinados al sufrimiento, porque, en la pareja, siempre muere uno antes que el otro, porque el que sobrevive, más si es a edad temprana, debe luchar contra y no por la supervivencia, porque el que queda debe lidiar con sus errores, con sus omisiones, con sus silencios, con lo dicho y con lo jamás pronunciado en voz alta, con lo realizado y lo pendiente, con las promesas no cumplidas, con los deseos no atendidos, con las intenciones no correspondidas, el que vive debe rendir cuentas por todo ello y el subconsciente nunca descansa, nunca olvida, nunca perdona.

Sí, hoy estoy triste por haber vivido todo esto, por haberme convertido en esa persona condenada a pagar por todo ello, estoy triste porque mi causa no ha incidido en una sola persona, porque mi aflicción es única, personal y a nadie atañe ni representa salvo a mí.

Sí, triste y cansado, como siempre, mi nueva esencia, pero doblemente compungido por no haber sabido ver nadie más, que hay otras opciones, que podemos ser mejores, más humanos, más sensibles y amar con más sencillez, tan solo compartiendo, tan solo disfrutando unos de otros, tan solo compartiendo algo de tiempo.

Hoy estoy triste por ti y por mí, amor mío, porque pronto será tu cumpleaños y no podré bromear contigo, ni intentar sorprenderte con algún regalo que despierte tu ilusión y encienda tu sonrisa, porque seguirán pasado fechas en el calendario, que igual serán si fuesen hacia atrás o hacia delante, pues en ningún sentido tiene valor.

Triste una vez más al observar como la vida transcurre aun sin tu presencia, como la vida perdura y persiste a pesar de uno mismo, al margen de nuestros deseos y nuestras necesidades, sin alinear lo biológico y lo emocional.

No llegaré ac comprender jamás como podemos satisfacernos y contentarnos con tener los mejores objetos, cuando lo más hermoso y deseable es vivir al lado de la persona que nos ama.

Hoy, aun triste, me siento agradecido de mi enfermedad, la que nos regaló dos años inesperados y preciosos, la que me mostró el camino y que, con tu ayuda, tuve el suficiente coraje para seguirlo.

Hoy bendigo el derrame cerebral que me postró y que cambió nuestra vida, que me permitió paladear en profundidad el verdadero amor, la verdadera felicidad, enfermedad que me facilitó ver y me mostró en toda su magnificencia a la hermosa mujer que se fijó en mi tantos años atrás, la compañera de habitación de hospital que estuvo presente cada minuto, sin desfallecer un solo instante, durante todo el tiempo de mi hospitalización, la que se aseguró de que mi recuperación fuese viable, la que abandonó y sacrificó todo, dedicando cada esfuerzo, cada aliento, en cuerpo y alma a mi salvación.

Si hay algo que recuerdo y espero jamás olvidar, es el comprobar cada vez que abría los ojos, adormilado y dolorido que siempre estabas allí, al pie de mi cama, día y noche, en todo momento, tres semanas durmiendo en un sillón, tres semanas que no sé ni como te alimentaste, tres semanas lejos de tus hijos, tres semanas sin una sola queja y con un solo y permanente objetivo: Yo.

Quizás no pueda conseguir que nadie cambie en su propio beneficio, pero yo tampoco dejaré de ser aquel en que me convertiste.

Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor.

Domingo 7 de marzo de 2021

Hola princesita, hoy vengo dispuesto a escribirte cosas bonitas, a recordar contigo, a rememorar algunos detalles de nuestra cotidianidad, de lo que hacías, aquellas pequeñas cosas que convertían cada día en un día especial, no sé si podré, porque ponerme ante ti siempre me hace desmoronar, me somete y me tumba, ya asoma a mis ojos el liquido de la nostalgia y el pesar, sin apenas haberme sentado frente a ti. Pero hoy, ahora, no desfalleceré.

Recuerdo cómo, cada noche, cuando decidíamos acostarnos, se iniciaba tu ritual, siempre dividido en dos partes el de higiene y el de cuidado.

Casi nunca fallabas, muy pocas veces faltaste a él, como en todo, eras meticulosa, ordenada y fiel.

Cuando ya recogíamos la cocina y pensábamos subir al dormitorio, mientras yo revisaba puertas y ventanas, echaba la llave e iba apagando luces, tú te dirigías al baño, te cepillabas los dientes y te lavabas la cara con tus productos, no importaba que volviésemos, tras salir, a una hora tardía o simplemente nos acostásemos tras la cena, era una cita diaria a la que en muy pocas ocasiones faltaste, me encantaba mirar tras de ti como con los ojos cerrados te enjabonabas la cara, te desmaquillabas los ojos, lo hacías con suavidad, con esmero, diría que con cariño, le dedicabas el tiempo necesario sin prisas, tenias que hacerlo bien y eso requería su tiempo, siempre le dedicabas el mismo, el necesario, el que hiciese falta hasta que el resultado fuese el que esperabas, luego te enjuagabas la cara y comprobabas el resultado, aun un poco agachada para no lanzar agua fuera del lavabo, mirándote y evaluando el resultado en el espejo, sonriendo cuando te fijabas en mi imagen tras de ti devuelta por el espejo, esa sonrisa tuya cariñosa y tranquila, pero no por ello menos hermosa que cualquiera que mostrabas en otras situaciones.

Después directos al dormitorio, donde proseguía el ritual de toda mujer, aplicarte tus cremas antes de acostarte, te ponías con paciencia tus cremas de noche por todo el rostro, distribuyéndolas de forma homogénea por toda tu piel, luego una vez en la cama tu crema de manos, semi incorporada te la aplicabas y te frotabas las manos una y otra vez hasta que se absorbía toda.

Yo mientras tanto, si era invierno, cogía mi libro y leía tumbado en tu lado de la cama, porque eras muy friolera, para que cuando terminases tu ritual y te hubieras puesto tus dos pares de calcetines, tus sábanas ya estuviesen calentitas, era algo que te encantaba, tumbarte y que las sábanas no estuviesen frías o incluso calentitas si tardabas un poco, lo saboreabas como una buena comida, siempre te arrancaba una sonrisa; cuando ya tenías puesto el pijama, yo me echaba rápido a un lado y tú ocupabas rápidamente tu espacio, claramente definido, escogido muchos años atrás, más de 30.

Pero eso no era todo, ese momento era uno de los mejores de cada día, como negarlo, presenciar cada día como te ibas desnudando, como tu maravilloso cuerpo iba quedando al descubierto era un espectáculo diario que procuraba no perderme, te miraba de principio a fin tú lo sabías, te gustaba comprobar que tras tantos años, apreciando como cambiaba tu cuerpo, siguiese disfrutando del espectáculo, viéndolo una y mil veces más, te hacía sentir hermosa y deseada. A veces te daba por ponerte de espaldas o girarte en el momento de desprenderte del sujetador, con esa pícara maldad de sabotear el mejor momento, pero luego te lo hacía pagar caro, en ese momento me iba a mi lado de la cama y dejaba el tuyo descubierto para que se disipase mi calor, la represalia por faltar a nuestro acuerdo jamás escrito pero innegociable, era un bonito juego, una complicidad que no por repetirla miles de veces dejaba de ser adorable, una y otra vez, día tras día, luego venían los abrazos y las risas, las peleas jugando y algún que otro momento de pasión y amor.

Ya han pasado más de dos años, han transcurrido más de 2 años desde que presencié por última vez esta maravillosa representación, mas de dos años desde que acaricié tu cuerpo por ultima vez con pasión, con deseo, con la satisfacción y el convencimiento de que era lo que ambos deseábamos, lo que esperábamos seguir disfrutando al menos otros 20 años más.

Dos años sin algo tan preciado y necesario

Dos años más en el paraíso.

Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor.

Sábado 6 de marzo de 2021

La vida es una enfermedad que no se puede combatir.

Hola amor mío, un fin de semana más vengo a buscar tu ayuda, vuelvo a ti para vaciar mi cubo, para purgar mi alma, para aliviar la presión de esta enfermedad que supone la vida.

Una vez más, me ayudo de tu fotografía, alejándote en el mar, para llorar lo que no he podido llorar entre semana,

Pero, duele tanto mirarte, mirarte y ser consciente de lo que he perdido a la vez que me mareo y me desoriento, porque te miro y me pierdo, es una sensación de irrealidad, mirar tu sonrisa, tus vivos ojos, tu bello rostro e intentar creer que ya no existes, pensar y aceptar que todo lo que resta de ti está en una vasija, en un lugar frio y oscuro, no se puede aceptar, es imposible, la vida no desaparece sin más, como un silbido o una lagrima que se seca al sol, no puede ser, me niego rotundamente a aceptarlo, ¿acaso somos tan insignificantes? ¿simples objetos de una macro creación fruto de la casualidad y aleatoriedad de combinaciones de simples sustancias?

¡¡Tú no puedes ser eso!! Nunca. Tu has sido el ser más hermoso y excepcional que he conocido y no puedes simplemente volver al polvo.

Duele mucho pensar en ti, pensar en la muerte, en la desaparición de las personas, no de las personas, de nuestras personas, aquellas que representan algo en nuestra vida, una vida que se vuelve una enfermedad crónica, con síntomas que hay que tratar para contenerla, paliativos para soportarla, porque esta enfermedad no tiene una cura aceptable, hay que cargar con ella hasta el final, con mucho o poco dolor, pero siempre con ese lastre que no desaparece, que me impide ver cada día con optimismo, con alegría o simplemente con deseos de afrontar cada mañana.

No, tu nunca serás polvo que vuelve al polvo, tu siempre serás mi faro en la oscuridad, el horizonte al que mirar cuando no haya nada donde fijar la vista, el rostro que mirar largo rato antes de cerrar los ojos cada día, el último pensamiento de la noche antes de sucumbir al sueño, tu amor mío sigues siendo el hilo del que pende mi vida, el pensamiento que persiste por encima de toda realidad, te echo tanto de menos….

Este fin de semana promete ser difícil, una nueva prueba que afrontar, un nuevo síntoma a combatir de mi enfermedad, un nuevo fin de semana en el paraíso.

A veces deseo no pensar en ti, intentar pasar página, iniciar una recuperación, pero solo a veces y solo es un deseo fugaz, no importa las cosas que intente hacer o disfrutar, siempre vuelvo a ti, no puedo desprenderme de esa  parte de mi vida, donde había tanta dicha, tanta felicidad, tantos objetivos, proyectos y deseos, donde volver cada día a casa y volver a verte era el mayor logro posible, donde cada fin de semana era una aventura, aunque acabase dormido en un sofá a tu lado, no había mayor proeza que tu permanente contacto, abrir los ojos y verte cerca, extender la mano y tocarte, despertar y verte aun dormida, tu cabello derramado en la almohada, tu cuerpo suave y cálido bajo las sábanas, no se puede renunciar al pasado, no se puede empezar un futuro sin sentir el peso del pasado a la espalda, soy el resultado de todo ese camino que he hecho contigo, no se puede reescribir la historia que hemos creado juntos. Es tan simple: soy el fruto de nuestra relación.

No puedo, no puedo aparcar 33 años de amor y pasión y empezar otra vez, no puedo y no quiero.

Te quiero amor mío, mi niña, mi princesa, mi amor.

Lunes 1 de marzo de 2021

La fragilidad del alma

Hola amor mío, que frágil es esto que llamamos alma, esta parte invisible que es la esencia de la persona, esa parte sagrada y venerada a la que damos el máximo valor de cada ser humano, esa pieza de incalculable valor, oscura o luminosa según sea nuestra moral, nuestra ética, nuestras ambiciones, nuestros deseos y nuestras acciones.

Es algo tan complejo y a la misma vez tan frágil, tan fácil de romper, de consumir, de apagar, tan fácil de hacer que se encoja, de reducirla y confinarla en un mínimo espacio, comprimida y dolorida hasta lo imposible.

Así me he levantado hoy, con el alma arrugada y requemada, tras un sueño que me dejará todo el día entristecido y abatido. Soñar contigo es algo que deseo más allá de cualquier cosa, incluso estos sueños tan dolorosos, en los que, como en una película plañidera, no me recuerdas, te has enamorado de otra persona y he de intentar reconquistarte, siendo tú joven y hermosa y yo un soñador sin sueños, torpe y agotado.

Hoy ese sueño ha fraccionado mi alma en millones de minúsculos trozos, imposible de recomponer, verte hermosa como siempre, pero indiferente conmigo, ¿Cómo es posible albergar tanto y tan intenso dolor y no morir de shock?

Estoy tan cansado y te echo tanto de menos…

Este dolor que no cesa, este vacío que no mengua, esta laxitud que se apodera de todo…

Estoy tan cansado y te echo tanto de menos…

¿podré continuar sin alma?

Te quiero mi niña. mi princesa, mi amor.