Hola amor mío, podría decirte que transcurre otro domingo más, pero no sería cierto, esta mañana mientras realizaba mis habituales y solitarias tareas, te he escrito al menos 50 páginas en mi cabeza, 4 horas con uno mismo dan para una larga conversación, con preguntas, con respuestas, con argumentos, con quejas, con deseos, con mil y una posibilidades, pero siempre hay algo que predomina, siempre existe una pendiente, por mínima que sea, que hace que todo acabe deslizándose en la misma dirección, todo acaba mirando hacia tu muerte y la mía.
Tu abandonaste la vida sin desearlo, sin estar preparada, sin haber hecho cuando querías y podrías haber hecho, yo en cambio debo permanecer sin quererlo, estando preparado para abandonarla, sintiendo el deseo inalcanzable de lograrlo, pero también los elementos actúan en contra de mi voluntad.
La vida ya no me queda bien, no me encaja, no hay nada que me ayude a superar tu marcha.
Aun habiendo cosas y personas que consiguen que a veces, solo a veces, por un tiempo pequeño, tu vacío quede cubierto por un fino velo, no sirve de nada, ¿qué vida sería si solo aspirase a ocultar y tapar este irremediable hecho?, ¿qué falsa vida seria esa?
Tanto tiempo pensando cada día, y siempre acabo mintiéndome, siempre proyectando nuevas cosas, actos de enmienda, intentos de aceptar tu partida, falsos deseos de continuar, fijando nuevas metas, fingiendo normalidad, poniendo deseos antiguos de por medio, , apoyándome en ellos para intentar escalar este muro de oscuridad, pero todo es mentira, nada de ello sirve salvo para intentar alentar una vida que no insufla aire ya, una vida que ya se perdió y que no importa cuantas costillas partamos con masajes cardiacos, esa vida ya no volverá, porque el muerto no quiere entrar en su cuerpo, porque ese cadáver frio ya no es un hogar, ese ser yacente solo es un vestigio de un pasado que nunca volverá.
¿Muerte o vida? Que difícil elección, que caminos más difíciles, uno corto y apetecible, el fin de todo, la ruptura con el dolor, el fin del vacío y la soledad, el dulce abrazo del sueño cuando el cansancio ya no deja lugar para otras opciones, el camino directo a la meta, sin trampas, sin demoras, sin obstáculos, pero tiene un severo inconveniente, ¿se puede andar ese camino, sabiendo que siembras de terror el de otras personas? ¿se puede asumir semejante acto de valentía cuando el daño causado es posible sea superior al beneficio?, no creo que mi partida fuese una gran pérdida, tu te fuiste y ya está, la persona fuerte de nuestra relación, la persona agradable, simpática, generosa y desinteresada, el 50% en carne, pero el 95% en valor, todo lo valioso que representábamos se fue contigo, así que si se ha podido superar que desapareciese alguien tan hermoso, mucho menos se tardará en rellenar el espacio desagradable y poco amistoso que ocupo yo.
Pero también está la vida, esa cantidad de tiempo que consume cada persona, esa gran mentira que nos contamos cada día, esa suma de pecados, engaños, traiciones e infidelidades que cometemos a diario, eso que es algo bello, eso que es algo deseable, eso que todos ansían y se nos antoja corta. Todo ello me sobra incluso las 100.000 cosas que son hermosas y no menciono, porque todas esas cosas partieron contigo.
El primer camino requiere muchos preparativos, para el segundo se pude improvisar, no es necesaria una planificación exhaustiva, con poner un pie delante de otro la cosa ya va funcionando.
Vida o muerte, muerte o vida, que difícil evaluar, que complejo pensar que abarca e implica cada estado, abandonar y renunciar a todo no es fácil, pero es cuestión de un solo segundo, al fin y al cabo cuando al fin la alcanzas ya todo carece de valor, ya no hay nada transcendente ni intranscendente, ya no habrá un te dije que pasaría esto, te dije que tal lo pasaría mal, ya te advertí que se producirían conflictos, la oscuridad se cierne y todo lo cubre y silencia, además ¿quién podría cuantificar el dolor que causaría mi partida?, es imposible saber si habría más personas que sufriesen por ello que personas que celebrasen mi decisión, sabiendo que fue mi elección y lo hice libremente, que escogí la última y más dura opción, por haber agotado todos los caminos.
De todas formas, la pena por un conocido, o por alguien al que no se quiere con todo el corazón es un dolor pasajero, temporal y fácil de aparcar y está muy claro que la amistad y el cariño son difíciles de medir o numerar, pero tratándose de mí, los afectados se podrían contar con menos de los dedos de dos manos, así que esa onda expansiva sería de muy corto recorrido.
No quiero que pienses que me estoy dando argumentos o convenciéndome de ello, ya sabes lo cabezota que he sido siempre, ni que lo interpretes como una muestra de autocompasión, no, simplemente te lo cuento porque, como tantos otros pensamientos, tengo que sacarlos de mi cabeza y airearlos, el veneno debe salir antes de que corrompa todo, este es mi cáncer, que al igual que el tuyo, va afectando y destruyendo todo lo que toca, tu no tuviste tratamiento posible, y dudo que yo pueda encontrarlo.
Al igual que yo, debes pensar que es otra de mis locas ideas que me obligan a razonar en una dirección y en otra, a defender y a intentar rebatir, la puta locura de la enfermedad de la soledad, hablar con uno mismo lo que no puedo hablar con nadie más.
Malditos y largos domingos que me obligan a conocerme y a no reconocerme en mis pensamientos, te echo tanto de menos…
Me quedan tan pocos recuerdos…
Soy demasiado débil para una montaña tan alta y salvaje, emprender el ascenso en pijama y con una fregona por ayuda se me antoja una ventura imposible.
Ojalá hubiésemos podido intercambiar los papeles, ojalá hubiese sido valiente para hablar contigo de tu enfermedad, saber que pensabas, que sentías, demasiados ojalá…
Tantas cosas bulléndome en la cabeza y tanta torpeza en mis dedos.
Tú eras más dada a la acción que a las palabras, a los hechos que a las peroratas.
Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor.

