Hola preciosa, te sigo echando tanto de menos…
Los días continúan pasando, sin que se produzcan cambios importantes o al menos que yo los aprecie.
La apatía ha tomado el relevo al dolor, todo pasa ante mi sin que represente valor alguno, solo aquello relacionado contigo me alcanza de pleno, lo demás que ocurre a mi alrededor carece de valor o estímulo. Aun así, cada día me sigo esforzando en llevar una vida “normal”, a pesar de lo difícil de definir que es semejante término. Sigo trabajando como si me importase algo lo que hago, sigo relacionándome con las personas que me rodean, aquí es donde mas consciencia debo poner, porque francamente poco interés despiertan en mí, pero sigo, avanzo a lo largo de cada día como un transeúnte más, como alguien que anda persiguiendo un destino claramente definido, aunque no sea cierto, pero lo hago, atiendo cada contacto, cada acercamiento, cada relación, como si tu estuvieses viva, aunque es tan incierto como esto último, pero no importa, continúo y la vida sigue, y yo pues sigo con ella, como si fuésemos juntos, como si nos acompañásemos, como si deseásemos compartir ese camino.
No puedo decir que no haya cosas que no me gusten, porque sigo haciendo cosas que me gustaban cuando tú estabas y siguen teniendo valor, supongo que seguirán siendo agradables porque lo eran contigo, o quizás es que simplemente me gustan y ya está. Da igual, carece de importancia el motivo, a veces me compro algún helado, sigo haciendo ejercicio, conduzco la moto cada día para ir a trabajar, aunque me gustaría tanto sentirte tras de mí, notar tus brazos apretando mi cintura, tus pechos oprimiendo mi espalda, verte por el espejo retrovisor, pero me gusta conducirla, aunque no lo disfruto ni siento el placer que sentí alguna vez.
Pero da igual, sigo adelante, intento aprender nuevas recetas, me esfuerzo por ser mejor padre (es lo que peor hago con diferencia), intento mantener la casa habitable, atender todas nuestras necesidades y sigo cada día, sigo cada nuevo día en el paraíso.
Así relatado parece fácil, es lo que yo llamo un Nadal, ver la ejecución de algo por alguien experto, da la sensación de que es algo sencillo, que podríamos hacerlo cualquiera, pero una vez puestos… tampoco importa que parezca fácil o difícil, sigo y punto.
Estoy cansado, me cuesta usar mi tiempo de forma eficiente, cada vez me quedo más veces, más tiempo paralizado, malgastándolo, viendo la tele o en asuntos innecesarios, me disperso y me abandono, porque al final da lo mismo en que use el tiempo, me aporta lo mismo ver zapeando que hacer cualquier otra cosa, ya sea útil o no, el tiempo pesa demasiado y no se que hacer con él.
Pero tampoco puedo engañarme, a veces me sorprendo sonriendo ante alguna cosa, o incluso tarareando alguna canción que oigo en la radio, a veces subo el volumen a cuando suena alguna canción que me gusta, a veces deseo compañía, a veces me apetece llamar a alguien, a veces siento algún deseo, ya sea un café, un paseo, o simplemente un descanso, porque al fin y al cabo la vida sigue y mi cuerpo lo sabe, aunque mi corazón no lo entienda, pero así es la vida, que sigue aun si mi consentimiento. Así es la vida, capaz de florecer en el suelo más inhóspito del planeta, no importa las dificultades con que se encuentre o le interpongamos en su camino, así es la vida, siempre prevalece, hasta que se acaba, hasta que la das, te la roban o la pierdes. Sí, innegablemente así es la vida. Así es esta mierda de vida.
Creo que mañana iré a verte, no sé si me llevaré mi cuaderno y mi silla o solo iré a plantarme ante ti como un árbol, dejarme vencer unos minutos por el dolor y volver triste y derrumbado a casa. No sé si podré ser fuerte, pero lo intentaré.
Te quiero mi niña, mi princesa, mi amor. Te quiero Mari Ángeles.

