15 meses después. Intento verte como fuiste.
Hola vida mía, han pasado ya quince meses desde que perdimos la gran batalla de nuestras vidas. Quince meses de continuo dolor, de angustia incesante, de soledad absoluta. Quince meses de profunda reflexión, quince meses para pensar en ti, como eras, para pensar como vivíamos, como fue nuestra relación.
Hoy, un día mas en el paraíso, es un buen día para hablar de ti, es un buen día para decirte lo que nunca te dije con palabras, aunque si con hechos y miradas, para contarte lo que vi en ti, lo que me enamoró de ti y encarceló mi corazón para siempre, lo que me convirtió en tu voluntario prisionero.
Hoy amor mío, recordaré todo lo hermoso que había en ti, pues no había nada malo, todo lo que te hizo especial, todo lo que convirtió la molestia de una adolescente persistente en el amor de mi vida, lo que me llevó a conocer el amor verdadero y alcanzar la felicidad, esa felicidad que todos buscamos, aun sin saberlo, y pocos hallan.
Sí, hoy es un buen día, para vencer una vez mas al dolor con dolor, la tristeza con alegría pasada, la soledad con el recuerdo, sí, hoy es el día de rememorar una vida feliz en tu compañía.
No tengo demasiados recuerdos, vistos como fotografías o escenas de película, pero las sensaciones cubren todo ese vacío que provocó mi enfermedad, 3 años han pasado ya; las sensaciones no han podido ser borradas o sobrescritas, quizás por su fuerza o quizás simplemente porque están en una zona alejada de la zona de la catástrofe, no lo sé, pero doy gracias por ello.
Espero no olvidar jamás aquella rubia menuda, de pelo cardado y voluminoso, de sonrisa permanente y risa estruendosa, de cuerpo bien formado y curvas generosas, una chiquilla hermosa, que deleitaba la vista y alegraba el espíritu. Sí, mi princesita, ¡¡¡eras tan hermosa que dolía mirarte!!!, lamento no habértelo dicho cada día que estuvimos juntos, porque tu sola presencia iluminaba cualquier estancia en la que estuvieras.
Durante mucho tiempo me perseguiste cargada con todas estas virtudes y más que fui descubriendo poco a poco, invisibles para mí, pero siempre presentes, mucho tiempo dedicaste a intentar cautivar a un adolescente canijo y tontorrón, que no veía más allá de las páginas de los libros, que consumía como si no hubiese nada más, ajeno al mundo maravilloso que se paseaba delante de sus narices, vestido con ropa ceñida y sonrisa deslumbrante.
Ahora 35 años después me viene a la mente, los atardeceres que paseábamos por el barrio, cogidos de la mano, solos, buscando la oscuridad y la intimidad, para entregarnos al deseo, a las caricias ansiosas, a besos voraces e interminables; recuerdo perfectamente la sensación de abrazar tu cuerpo pequeño y cargado de electricidad, sentir la piel tibia de tu espalda en la palma de mis manos, tu pecho contra mi pecho, tus labios presionando los míos casi con violencia, recuerdo ese ardor y esa impaciencia como algo doloroso y placentero, pues no podíamos culminar lo que nuestros cuerpos y nuestras mentes deseaban, pero maravilloso aun inconcluso, la unión en un solo ser atemporal y aislado del universo.
Fueron bonitos veranos, ojalá pudiese recuperar mas escenas de aquellos dias….
Todos pasamos en algún momento por este ansia que todo lo consume, que incendia el deseo y aviva los pasos; el verano era glorioso, te tenía cerca, pues pasabas mucho tiempo en el barrio, el invierno era mas duro, sin dinero ni para el autobús, había que dar largos paseos para ir a verte, interminables a la ida (con la necesidad acuciando y atosigando) y agotadores a la vuelta, lamentando el fin del tiempo de que disponíamos y agobiado por la lejanía de la próxima cita.
Aún así, aquello se convirtió en el motor de mi vida, la necesidad de verte y compartir nuestro tiempo me empujo brutal e inexorablemente a trabajar mucho, a ser buen empleado, a mejorar en mi puesto, a implicarme completamente, todo ello para alcanzar la independencia económica cuanto antes.
Cada vez más hermosa, la felicidad potenciaba ese brillo que siempre tuviste, ese esplendor que te rodeaba. Habías conseguido lo más difícil, que me fijase en tí, cautivarme ya fue tarea fácil.
Creo que conseguí hacerte muy feliz, sobre todo en aquellos tiempos, se percibía claramente en tus ojos, en tu sonrisa, en tus movimientos, cambió por completo tu forma de caminar, como hablabas, se percibía la potencia con que vivíamos nuestro amor, sin lugar a dudas estábamos hecho el uno para el otro.
Durante muchos años, antes, y también tras nuestro matrimonio, vivimos todo lo felices que se puede llegar a ser, con dificultades, con miedo algunas veces, sin apenas para comer, pero siempre juntos, apoyándonos el uno en el otro, alimentándonos de esa fuerza que aportaba el verdadero amor, se como suena, pero es como lo siento y no tengo dudas, jamás las tuve, habíamos nacido para vivir juntos. Tú me sacaste de mi burbuja y creo nunca te lo reconocí con palabras, aunque tu y yo sabemos que todo lo que hacíamos solo corroboraba una verdadera historia de amor, un cuento de hadas, en el que obviamente yo era el sapo que tuviste que besar, o fui la bestia que te esforzaste en comprender y amar, en despojar de ese aspecto desagradable y sacar l persona que se escondía dentro, tu también fuiste siempre el mismo personaje, el que se enamoraba del monstruo, tu eras la princesita..
Antes de casarnos vivíamos para reunirnos cada día, haciendo planes, pensando en el futuro, en la casa, en los niños, en los trabajos que íbamos a desempeñar, todo pensamientos acelerados, dotados de una energía bestial, nacida del amor, el ímpetu de la edad y el convencimiento absoluto que estamos ante nuestro amor verdadero, nunca tuvimos dudas de que nuestra relación era para toda la vida, lo teníamos tan claro que nunca lo dijimos en voz alta, la intensidad de nuestros encuentros y el tiempo compartido no dejaba lugar alguno para otra posibilidad, todo giraba alrededor de ese objetivo, estar juntos. no puedo dejar de repetirlo…
Estar separados era muy doloroso, no disponer de medios para comunicarnos en la distancia, alargaba los días y potenciaba el deseo, yo te escribía con frecuencia (he encontrado algunas de esas notas, atesoradas junto a tus mejores recuerdos y los regalos que te iba haciendo mientras avanzaba nuestra relación) tú, en cambio, te preparabas para cuando nos viésemos, te entregabas de una forma indescriptible, siempre alegre, los abrazos que me brindabas lo eran todo para mí, eran como una postal de enamorados abrazados de pie con un atardecer hermoso de fondo, así conseguías que fuesen todos los reencuentros, así hacías que separarme de ti fuese tan sumamente doloroso, tu contacto y tu presencia eras mas caros que el aire que respiraba, joder, no soy capaz de describir esa belleza que emanaba de ti, esas sensaciones que provocabas con una simple sonrisa, con una mirada, con un abrazo, eras tan dulce!!!
Fuiste lo mejor que ocurrió en mi vida, estar contigo es la influencia que ha hecho de mi lo que soy, a todos los niveles, humano, emocional, profesional.
Cuando éramos jóvenes conseguiste sacarme de mi vida de ermitaño, lograste que aprendiese a amar un simple paseo cogidos de la mano, a desear cada día que amanecía, a ansiar la vida, a esperar lo mejor y luchar por ello, a defender lo que merecía la pena. Fuiste el catalizador que convirtió una vida cualquiera en una vida de ensueño, una existencia gris y anodina en una vida plena, llena de color y esperanza, me diste una vida que debía ser vivida al máximo, al límite de sus posibilidades.
Siempre fuiste de ese tipo de personas tan especiales, máxime en tu juventud, que de forma permanentemente estaba sonriente y alegre, como diría tu hijo David, “eras un ser de luz”, pero sobre todo eras tan hermosa, sin ser una mujer especialmente guapa, tu belleza era superior a todas las que había a tu alrededor, esa conjunción de alegría, con esa sonrisa maravillosa, unos ojos realmente preciosos y ese cabello tan bonito te hicieron irresistible para mí y consiguió que solo estar contigo me hiciese sentir plenamente vivo.

Pero no solo era tu aspecto y tu cuerpo, que durante más de 30 años me excitaron más que ningún otro estimulo, sino también tu actitud, tu forma de afrontar la vida, las situaciones adversas, los proyectos, tu relación con los demás, era todo lo relacionado con tu forma de vivir, tan humana, tan sensible, tan generosa, lo que me maravillaba día a día, siempre eras alguien a emular, a escuchar, a tener en cuenta, tu comportamiento siempre era el mas bonito, tu actitud siempre positiva, tu capacidad de trabajo, tu infatigable constancia y entrega, todo en ti era idílico, todos tus actos destilaban amor y compromiso.
Definitivamente eras un maravilloso ser de luz, no puedo tener dudas en este sentido, muchos años con el mismo comportamiento, solo indican y concluyen que eras alguien especial, a pesar de la elección de pareja que hiciste, algo que siempre me sorprendió, a lo que no me pude negar mucho tiempo, dejándome atrapar en tu luz, como la inevitable atracción que obliga a la polilla a acercarse a un foco en medio de la noche mas oscura.
Tu sonrisa era sensacional, al igual que tu inocente forma de pensar, sin llegar a ser infantil, a todo le dabas un toque de ingenuidad, todo desinterés y generosidad. Con que facilidad has renunciado siempre a parte de tu comida, cuando percibías que alguno de tus hijos quería un poco más y ya no quedaba, con que naturalidad hacías ver que ya no tenias gana, para que aceptasen esa porción de pizza o ese filete tan codiciado, que fácil fue siempre para ti renunciar a algo en beneficio de los que amabas!!! Te salía sin pensar, sin dedicar un solo segundo a pensar en ti, ser la segunda en tus decisiones era una constante, una habilidad o una virtud, siempre había alguien por delante, tus hijos, yo, algún amigo, renunciar para ti nunca fue algo ocasional, lejano o difícil.
Ahora pienso a cuantas de tus anteriores pasiones renunciaste para posibilitar esa vida tan maravillosa que vivimos juntos. Te encantaba bailar, a mi no, nunca supuso un problema, yo jamás te llevé a bailar y tu nunca me lo reprochaste, asumiste esa nueva realidad como tuya de forma instantánea; también te gustaba mucho salir hasta tarde y divertirte sin limitaciones (sin necesidad de alcohol), a mi no tanto y siempre aceptaste mis horarios en sustitución de los tuyos, ahora veo con que facilidad sacrificaste tantas cosas que constituyeron tu anterior vida, asumiste todo sacrificio sin queja alguna, en aras de perpetuar nuestra relación, no recuerdo haber hecho yo concesiones de ningún tipo, fuiste tú la que se incorporó a mi vida en lugar de crear una nueva que pertenecieses por igual a los dos.
También recuerdo, con un cariño especial, como apoyaste mi decisión de crear nuestra primera empresa, como te implicaste en el proyecto al mismo nivel que yo, como lo hiciste tuyo inmediatamente. Cuanta ilusión volcaste en aprender todo lo necesario para asumir el puesto que te tocaba. Ahora veo lo brutal de tu implicación, aprendiste en apenas una semana todo lo necesario para llevar tu sola la oficina, ¡qué capacidad!,¡¡ todo ello cuando llevábamos apenas 2 meses casados y nuestra situación era todavía desconocida para los dos, conseguiste llevar tu nueva vida, un nuevo hogar, gestionar una nueva economía, un negocio por conocer en otra ciudad!!! ¿Cuál fue tu respuesta ante esta nueva y compleja situación? Sonreír y crecer, lo que hiciste siempre ante cualquier nuevo reto o cualquier nueva necesidad. Con 23 añitos te convertiste en una increíble empresaria, solo necesitaste dos semanas!!!.
Sí, cualquier recuerdo que sale a la luz, solo aporta una visión de una mujer excepcional, una esposa, una madre y una compañera, inigualable, con capacidades sobrehumanas, una persona sin limitaciones, sin fronteras, si pensase que hay un dios, sería como tú, el ser mas perfecto y amable de toda creación.
Está siendo más difícil de lo que esperaba, estas pocas líneas me han llevado casi dos horas, de una intensidad brutal, debo parar aquí y seguir en otro momento, quizás esta tarde, quizás el próximo fin de semana, no sé cuando, probablemente cunado de nuevo esté preparado.
No es nada fácil recordar lo más bello de una vida, cuando apenas he podido convencerme de que lo he perdido para siempre.
Volveré en cuanto pueda.
Te amo, mi niña, mi princesita, mi amor.
