Jueves 30 de enero de 2020

16.00 h Tiempo

Hola preciosa mía, son tan largos los días sin ti, son tan solitarias las noches sin tu presencia al lado, es tan fría nuestra habitación faltando tú.

Qué triste es cada amanecer y que poca ilusión genera cada nuevo día.

Una vida sin ti es posible, pero ¿se le puede llamar vida a vivir sin esperar nada de cada fecha que marca el calendario? ¿se puede llamar vivir a dejarte mecer por la vida, a permitir que la marea que nos rodea me empuje hacia un lado u otro, como un alga en una tempestad?, lo dudo mucho y sin embargo mi vida sigue sin ti.

Pronto será tu cumpleaños, anoche mientras intentaba dormir, pensaba que haré ese día, pensé hacer muchas cosas y también pensé que seguramente no las recordaría llegado el momento, quiero escribírtelas, porque no sé si podré mantenerlo, aunque el espíritu de hacerlo esté ahí, no siempre aflora en el momento adecuado, actúo a voluntad de esta mente decadente y mermada.

He pensado ir a verte a tu último destino, llevarme una silla y mi cuaderno, armado con la pluma y una caja de pañuelos completa y estar alguna hora contigo al pie de tu monumento, escribirte, si es posible, cosas bonitas y amables y si no salen, expresarte una vez más mi amargo sentir.

¡¡Deseo tanto escribir lo bonito que hubo en nuestra vida!!, pero aún no me sale, lo intento y siempre la pena embarga mi ánimo y dicta mis líneas, otra frustración que añadir a esa larga lista de deseos incumplidos o inconclusos, quizás deba transcurrir aún más tiempo.

Tiempo la única medida que escapa a nuestro control, que sabemos que es lo más importante en nuestras existencias y aun así no sabemos usarlo, organizarlo o rentabilizarlo. Aquí me tienes a mí, con horas de trabajo pendientes, pero priorizando tu contacto, tu presencia, el dolor que a tu recuerdo llama y a mi lado te trae, que a la vez desuella y consuela. Tiempo, cuando eres consciente de que es finito, de que es valioso, de que es prioritario es cuando se te escapa. Tiempo, cuando notas su paso o te acuerdas de él es mala señal, lo sientes cuando detectas que se agota, que eres capaz de cuantificar lo que te queda, cuando se presenta como el tiempo de las lamentaciones, de acuciar las decisiones aplazadas, de los “tendría que…”.

Que paradójico es todo, que sutil e inconsciente es la existencia, se supone que es la esencia del ser humano, la conciencia de uno mismo y sin embargo de nada sirve esa distinción, esa virtud, ese don, no somos conscientes de la belleza de tener a una persona maravillosa a nuestro lado, no somos conscientes de la hermosura de una vida en común, de la fatalidad y bondad que implica el paso del tiempo, no somos conscientes absolutamente de nada, consiguiendo así, que la inercia de una sociedad individualista y consumista nos mantenga en una pseudoexistencia que nos sacia y satisface, obviando todo lo importante que hay en nuestras vidas, lo que llamamos instinto, aquello que hace perdurar las especies, lo que nos incita a agruparnos, a buscar pareja, a crear familias. La convivencia en armonía es lo más hermoso que existe, eso y no tener la TV más grande, ni tener el más moderno iPhone, ni el más potente y novedoso coche, ni la más lujosa y mejor equipada casa.

No, todo es mucho más simple, asequible y accesible, pero no somos conscientes de ello, hasta que la vida se nos empieza a escapar, cuando el reloj de arena se va vaciando y es perceptible que la posibilidad del fin es real, la reacción siempre es tardía y aunque a veces nos da tiempo a corregir, ya es tarde para rehacer todo aquello que no hemos sido capaces de hacer bien en una lujosa existencia, o no tanto, pero si una malhadada existencia en la que muchas de nuestras decisiones han sido egoístas e insignificantes, donde nuestra dirección la han marcado otros y nos hemos dejado conducir, dejando en los márgenes, a nuestro paso, buenos amigos, grandes personas, buenas influencias, amores verdaderos y sinceros.

La autopista de nuestra vida esta flanqueada por esqueletos de malas decisiones, no en el sentido de equivocarse, más bien en el sentido de no haber acertado, de haber acertado una bonoloto de 3 coincidencias, cuando teníamos un boleto con 6 aciertos, pero es el precio de dejarnos arrastrar por la marea social que nos circunda, haber permitido que ofuscase nuestra percepción, hasta el punto de no ver los 6 números destacados en negrita y colores vividos y llamativos.

Te echo de menos cariño, cada segundo de mi existencia, aunque las lágrimas no fluyan caudalosas como antes, aunque el dolor ahora sea más como un golpe, en lugar de ser como una laceración abierta, como era hace semanas, ambas heridas permanecen con distinta intensidad, aflorando en distintos momentos, pero constantes en mi día a día.

Ya voy conviviendo con tu ausencia, tus fotografías me recriminan mi recuperación, aunque solo sea un espejismo, aunque no son tus fotografías, soy yo, que como de costumbre voy tarde, sigo perdiendo el tiempo, aunque dotado de consciencia sigo incapacitado para gestionar mi tiempo. Me gustaría tanto disponer de unos días para nosotros. No sé cuándo lo conseguiré, pero estos minutos que consigo arrancar de vez en cuando, me ayudan a mantenerte a mi lado, me descarnan de nuevo para que la herida no cierre, no sane, no deje de emitir balizas para tenerte localizada. Aun así, es poco el tiempo que te dedico y no sé cuánto tiempo podré mantener viva esta comunión a través de las palabras, dibujando mis pensamientos y emociones. Revivirlos al plasmarlos aquí, me ayuda a entenderme, me empuja a seguir queriéndote como lo hice en vida.

Quizás, ese maldito tiempo y esta maldita consciencia, me permitan en poco tiempo empezar a escribir lo que realmente deseo y no lo que necesito escribir. Quizás pueda al fin alcanzar la paz y rememorar la vida contigo, la que lo fue antes de 2019. Quizás ocurra pronto, quizás…

Te amo mi niña, mi princesa, mi amor.

Martes 21 de enero de 2020

Hola amor mío, acabo de volver del gimnasio, el mismo al que fuimos durante un año casi a diario, juntos.

No sabía como iba a reaccionar al retomar una rutina que compartíamos siempre y que disfrutábamos tanto, ese momento que esperábamos a diario y que tanto bien nos hizo a los dos, que nos puso en forma y selló de alguna manera, si no lo estaba hecho ya, esa necesidad de compartir todo el máximo  tiempo posible.

He recordado, tanto con nostalgia y algo de dolor, como con una alegría suave y tierna, aquellos días, en los que tras un leve descanso después de comer, nos poníamos nuestra ropa de deporte, preparábamos la botella de agua que compartíamos y una fruta para el regreso, cogíamos algo de efectivo y una bolsa de la compra, para aprovechar y al salir hacer las compras diarias y de poco peso.

Que bonito, echarnos cada uno nuestra mochila al hombro y con frío o calor, darnos esa caminata de media hora, sin prisa pero a buen paso, ir cogidos de la mano, charlando de la mañana de cada uno, o de lo que ocurriría al día siguiente, intercambiando experiencias, o compartiendo auriculares escuchando nuestras playlist favoritas.

Que inmenso placer salir a la calle sólo a disfrutar, a compartir nuestro tiempo, a potenciar mi recuperación, a disfrutar de nuestra compañía y esa semi intimidad en medio de la calle, aprovechar para hacer ejercicio, pero sin presiones de ningún tipo, solo nos quedamos con la parte positiva, con la parte lúdica, con la parte que aportaba placer.

En la sala, te veía yendo de una maquina a otra, te estaba viendo haciendo ejercicios conmigo, quejándote del calor, del olor, de la cantidad de gente, de mi presión para que aprendieses a hacer los ejercicios, sintiéndote cerca, pensando en tu rostro sonriente.

Ha sido algo hermoso. Ahora mientras lo rememoro, el dolor vuelve y las lagrimas afloran, pero ha merecido la pena, esa pequeña comunión, de nuevo sentirte, eso es lo que me mantiene cuerdo, esas pequeñas dosis de alegría son tan gratificantes!!!.

Te quiero tanto mi niña, mi princesa, mi amor.

 

Sábado 18 de enero de 2020

Hola amor mío, casi dos meses después de dejar de escribirte públicamente, vuelvo a este lugar para escribirte una vez más. Ha sido una idea que ha surgido mientras hacía nuestra cama, mientras la vestía de limpio en soledad, una tarea que siempre hacíamos los domingos, juntos, a última hora de la tarde. Siempre te recriminaba que quedase para última hora, pues para mi era un latazo, subir para dormir y tener que pararnos a hacerla en ese momento. ¡¡¡ Desearía tanto poder recriminártelo de nuevo!!!

He bajado casi alegre, pensando en escribirte, pero en cuanto he abierto tu página me he derrumbado de nuevo, esa fotografía tan bonita, no recuerdo si hecha en las playas de Rota o de Benicassin, creo que ésta última, internándote en el agua, sola, mirando hacia el horizonte, alejándote de mi. Esta bella fotografía se ha convertido en el eterno adiós, en la recreación visual de tu marcha, en el símbolo de la pérdida irrecuperable, es tan sumamente hermosa como sumamente dolorosa. No quería hablarte de esto, quería explicarte como voy cambiando, como tu ausencia me sigue perturbando, matando poco a poco, pero va madurando, cambia su forma de presentarse, de actuar conmigo, de afectarme, no es que me afecte menos, es simplemente que me voy volviendo sereno ante el dolor, supongo que algo así te ocurrió a ti, cuando al fin supiste que era algo irrefrenable, imposible de evadir o modificar, creo que eso me ocurre, el dolor y la desesperación persisten, pero algunas veces cuando veo tus fotografías, algunas de ellas, a veces sonrío, solo unos segundos, pero soy capaz de ver mas allá del dolor y la desolación, me acerco de una forma sutil a aquella felicidad que disfrutamos tanto juntos. No dura mucho pues acto seguido viene el dolor, fuerte, intenso, rápido y afilado, pero esos segundos de triste felicidad, son preciosos, como tú lo fuiste durante tantos años.

Me cuesta mucho escribirte esto, pues como es habitual duele mucho, vivirlo hacia el exterior es mas doloroso que vivirlo por dentro, aunque después de exteriorizarlo me invade el cansancio, la apatía, y me encuentro exhausto, pero tranquilo.

Debe ser otra de las famosas «etapas del duelo», suerte que podemos poner nombre a todo.

Esta semana he tomado una decisión, que seguramente no habrías aprobado, para ti sería una injusticia y eso era algo que no tolerábamos ninguno de los dos, creo que es una decisión muy personal y egoísta, pero estas malditas circunstancias, quiero pensar, me empujan a ello, espero no equivocarme, espero que realmente me permita hacer lo que tanto tiempo llevo deseando y está siendo imposible conseguir.

Cambiarán muchas cosas, tendremos que ajustarnos todos a la nueva situación, pero espero recuperar nuestra pequeña familia, unirnos más intensa y estrechamente, espero que me ayude a reponerme y tomar fuerzas para lo que me espera, solo lo hago por liberar tiempo para poder dedicar a tus hijos, nuestros hijos, aquellos por los que siempre luchaste, sin reservas, siempre por encima de cualquier otra causa.

Hemos tenido una vida plena, hermosa, satisfactoria y feliz, a pesar de las dificultades, que no han sido pocas, a pesar de nosotros mismos, que no siempre hemos estado de acuerdo en todo, a pesar de nuestro entorno, que no siempre nos entendía, a pesar de nuestras peculiaridades, que no siempre eran bien aceptadas, a pesar de todo esto no habrá día que no lamente haber perdido algo que era tan maravilloso, haber perdido a la persona que mejor me entendía, la que más me amaba, la que siempre me esperaba con una sonrisa y un beso, la que siempre me apoyaba, me consolaba y ayudaba, la que menos me pedía y exigía, la persona que se conformaba con estar siempre en segundo plano, subordinando su existencia a su familia, la que con todo se conformaba, la que cedía siempre parte de su comida ante esos niños siempre famélicos, cuando de pizza se trataba, la persona mas desinteresada y generosa que pueda existir, pero sobre todo no dejaré de lamentar ni un solo día haberte perdido a ti, Mari Ángeles, mi loca, mi niña, mi princesa, mi amor, la más hermosa y alegre compañera de viaje que jamás podrá existir, haber perdido para siempre una consciencia tan maravillosa, un amor tan inmenso, una voluntad inagotable, una persona increíble e irrepetible.

Espero, a partir de ahora, ser capaz de poder escribir lo hermosa y maravillosa que ha sido nuestra convivencia, poder contarte como tu familia, nuestra familia se une y consolida, como avanzamos, casi tal y como lo haríamos si tu estuvieses con nosotros.

TE AMO MI NIÑA, MI PRINCESA, MI AMOR.