16.00 h Tiempo
Hola preciosa mía, son tan largos los días sin ti, son tan solitarias las noches sin tu presencia al lado, es tan fría nuestra habitación faltando tú.
Qué triste es cada amanecer y que poca ilusión genera cada nuevo día.
Una vida sin ti es posible, pero ¿se le puede llamar vida a vivir sin esperar nada de cada fecha que marca el calendario? ¿se puede llamar vivir a dejarte mecer por la vida, a permitir que la marea que nos rodea me empuje hacia un lado u otro, como un alga en una tempestad?, lo dudo mucho y sin embargo mi vida sigue sin ti.
Pronto será tu cumpleaños, anoche mientras intentaba dormir, pensaba que haré ese día, pensé hacer muchas cosas y también pensé que seguramente no las recordaría llegado el momento, quiero escribírtelas, porque no sé si podré mantenerlo, aunque el espíritu de hacerlo esté ahí, no siempre aflora en el momento adecuado, actúo a voluntad de esta mente decadente y mermada.
He pensado ir a verte a tu último destino, llevarme una silla y mi cuaderno, armado con la pluma y una caja de pañuelos completa y estar alguna hora contigo al pie de tu monumento, escribirte, si es posible, cosas bonitas y amables y si no salen, expresarte una vez más mi amargo sentir.
¡¡Deseo tanto escribir lo bonito que hubo en nuestra vida!!, pero aún no me sale, lo intento y siempre la pena embarga mi ánimo y dicta mis líneas, otra frustración que añadir a esa larga lista de deseos incumplidos o inconclusos, quizás deba transcurrir aún más tiempo.
Tiempo la única medida que escapa a nuestro control, que sabemos que es lo más importante en nuestras existencias y aun así no sabemos usarlo, organizarlo o rentabilizarlo. Aquí me tienes a mí, con horas de trabajo pendientes, pero priorizando tu contacto, tu presencia, el dolor que a tu recuerdo llama y a mi lado te trae, que a la vez desuella y consuela. Tiempo, cuando eres consciente de que es finito, de que es valioso, de que es prioritario es cuando se te escapa. Tiempo, cuando notas su paso o te acuerdas de él es mala señal, lo sientes cuando detectas que se agota, que eres capaz de cuantificar lo que te queda, cuando se presenta como el tiempo de las lamentaciones, de acuciar las decisiones aplazadas, de los “tendría que…”.
Que paradójico es todo, que sutil e inconsciente es la existencia, se supone que es la esencia del ser humano, la conciencia de uno mismo y sin embargo de nada sirve esa distinción, esa virtud, ese don, no somos conscientes de la belleza de tener a una persona maravillosa a nuestro lado, no somos conscientes de la hermosura de una vida en común, de la fatalidad y bondad que implica el paso del tiempo, no somos conscientes absolutamente de nada, consiguiendo así, que la inercia de una sociedad individualista y consumista nos mantenga en una pseudoexistencia que nos sacia y satisface, obviando todo lo importante que hay en nuestras vidas, lo que llamamos instinto, aquello que hace perdurar las especies, lo que nos incita a agruparnos, a buscar pareja, a crear familias. La convivencia en armonía es lo más hermoso que existe, eso y no tener la TV más grande, ni tener el más moderno iPhone, ni el más potente y novedoso coche, ni la más lujosa y mejor equipada casa.
No, todo es mucho más simple, asequible y accesible, pero no somos conscientes de ello, hasta que la vida se nos empieza a escapar, cuando el reloj de arena se va vaciando y es perceptible que la posibilidad del fin es real, la reacción siempre es tardía y aunque a veces nos da tiempo a corregir, ya es tarde para rehacer todo aquello que no hemos sido capaces de hacer bien en una lujosa existencia, o no tanto, pero si una malhadada existencia en la que muchas de nuestras decisiones han sido egoístas e insignificantes, donde nuestra dirección la han marcado otros y nos hemos dejado conducir, dejando en los márgenes, a nuestro paso, buenos amigos, grandes personas, buenas influencias, amores verdaderos y sinceros.
La autopista de nuestra vida esta flanqueada por esqueletos de malas decisiones, no en el sentido de equivocarse, más bien en el sentido de no haber acertado, de haber acertado una bonoloto de 3 coincidencias, cuando teníamos un boleto con 6 aciertos, pero es el precio de dejarnos arrastrar por la marea social que nos circunda, haber permitido que ofuscase nuestra percepción, hasta el punto de no ver los 6 números destacados en negrita y colores vividos y llamativos.
Te echo de menos cariño, cada segundo de mi existencia, aunque las lágrimas no fluyan caudalosas como antes, aunque el dolor ahora sea más como un golpe, en lugar de ser como una laceración abierta, como era hace semanas, ambas heridas permanecen con distinta intensidad, aflorando en distintos momentos, pero constantes en mi día a día.
Ya voy conviviendo con tu ausencia, tus fotografías me recriminan mi recuperación, aunque solo sea un espejismo, aunque no son tus fotografías, soy yo, que como de costumbre voy tarde, sigo perdiendo el tiempo, aunque dotado de consciencia sigo incapacitado para gestionar mi tiempo. Me gustaría tanto disponer de unos días para nosotros. No sé cuándo lo conseguiré, pero estos minutos que consigo arrancar de vez en cuando, me ayudan a mantenerte a mi lado, me descarnan de nuevo para que la herida no cierre, no sane, no deje de emitir balizas para tenerte localizada. Aun así, es poco el tiempo que te dedico y no sé cuánto tiempo podré mantener viva esta comunión a través de las palabras, dibujando mis pensamientos y emociones. Revivirlos al plasmarlos aquí, me ayuda a entenderme, me empuja a seguir queriéndote como lo hice en vida.
Quizás, ese maldito tiempo y esta maldita consciencia, me permitan en poco tiempo empezar a escribir lo que realmente deseo y no lo que necesito escribir. Quizás pueda al fin alcanzar la paz y rememorar la vida contigo, la que lo fue antes de 2019. Quizás ocurra pronto, quizás…
Te amo mi niña, mi princesa, mi amor.

