La soledad siempre te alcanza
Buenas noches amor mío, hoy he conseguido engañar a la muerte durante todo el día, esta muerte que es la vida que queda tras tu marcha, hoy me he mantenido ocupado toda la jornada con mis labores y mi trabajo. Sin parar ni un instante he conseguido que un domingo insoportable se convierta en un día más de esclavitud pero totalmente anodino.
Se puede burlar la muerte durante el día, pero cuando cae la noche la realidad supera todas las barreras, el impacto brutal de tu ausencia se hace imparable y me golpea con toda su fuerza.
Hoy mientras me ducho solo, pienso en estos últimos meses que nos duchábamos juntos, mas veces en este año que en toda nuestra vida, por que a ti no te gustaba que te salpicase con agua «fría», por que para ducharte la necesitabas hirviendo, pero tu enfermedad exacerbó tu sensibilidad y restó fuerza a tus miembros y elasticidad a tus músculos, te viste obligada a que cada día te lavase yo, con mucha suavidad, con extremo cuidado, con miedo de hacerte daño, con miedo de que te cayeses durante la ducha, pero aun así daría cualquier cosa por volverlo a hacer, deslizar mi mano enjabonada por tu suave piel, por tu cuerpo delgado y huesudo, con cariño y cuidado y estar a tu lado mientras te lavabas el escaso cabello que te quedaba, ver como seguías este ritual casi diario, con tranquilidad, con calma, sin una queja, sin un mal gesto; ponerte crema hidratante por todo el cuerpo, con tantísimo miedo, por que sé que no era algo placentero para ti, por que sé que el roce, aún cuidadoso, de mis manos te dolía, pero aún así me pedías que te la pusiese, aguantando las molestias y el dolor y respondiendo lo mismo cada vez que te preguntaba si te hacia daño, si te molestaba, «NO, sigue no te preocupes, no me duele», no tengo claro si lo hacías por ti o lo hacías por mi.
A pesar de todo, ojalá todavía pudiese lavar tu pequeño, delicado y delgado cuerpo, aun viéndolo exangüe y encorvado, dolorido y mermado. Me habría cambiado por ti, habría intercambiado nuestros papeles sin dudar un instante, ojalá hubiese podido yo recibir, aun multiplicado por mil, el dolor que tu recibiste por todos nosotros, con entereza como todo lo que te tocaba sufrir.
Puta vida de mierda.
Tú yaciendo para siempre en una vasija y yo lamentando el resto de mi vida tu pérdida, en nuestra casa.
Hoy un nuevo domingo de mierda, hoy una nueva dosis masiva de dolor.
Debo seguir, poco importa lo que quiera o necesite. Me espera una semana especialmente dura, de grandes retos y dificultades severas, a la que debo enfrentarme sin ti mi vida.
Las revelaciones siguen llegando, hoy he comprendido que tanta precaución es inútil, el acumular todo el dolor sin contarle a nadie lo que viví contigo, por el daño que les pudiera causar ese conocimiento, con la de veces que he repetido que es algo insólito, que es una experiencia que solo el que la vive es capaz de dimensionar, no aprecié la incoherencia de mis palabras y mis actos, solo los que te amaron tanto como lo hice yo, o los que sienten verdadero afecto por mí, pueden recibir ese daño, pues para el resto solo será un triste relato más, que no alcanzará a tocar su corazón, ni a causar el daño que tanto temo. Pero esto no significa nada, ni afecta de manera alguna mi comportamiento, pues no es fácil hablar de ello, ni es habitual que se den las condiciones para poder hacerlo.
No puedo dejar de preguntarme, cuando tuviste la certeza de que la vida se te escapaba, que tu tiempo tocaba a su fin, cuanto tiempo tuviste que sufrir con ese conocimiento y no quisiste compartirlo conmigo, de nuevo para protegerme, hay veces que te odio, por no haber compartido más conmigo todo lo que te hacía sufrir, no haberlo sacado, renunciar a mi apoyo y mi consuelo, siempre preocupada por mi, cuando eras tú la que necesitaba toda la ayuda del mundo, ¿por qué tuviste que ser tan excepcional? ¿por que quisiste protegerme tanto?, me tocaba a mi ese papel no a ti.
La culpabilidad me corroe, por haberme dejado seducir por la esperanza, por no haberme esforzado más en hablar contigo. Aunque seguramente tu viste la realidad, que soy débil y que no podría haberme enfrentado a saber que tu conocías tu destino, mi enfermedad me dejó muy tocado y ahora veo que tú lo sabias mejor que yo, evaluaste mejor mi situación que todos los neurólogos que me trataron, de nuevo se pone de manifiesto tu excepcionalidad.
Joder, que hermosura de mujer, no entiendo como te pudiste fijar en mi, ni como fuiste capaz de mantenerte a mi lado todo este tiempo, me maravillo de la suerte que tuve, de que centrases tu vista en mi y a pesar de las dificultades iniciales no te apartases ni un centímetro de tu objetivo. He sido tan afortunado y feliz!!!
TE AMO MI NIÑA, MI PRICESA, MI AMOR.